No sé si

el arte es imprescindible para que la gente reaccione contra el creciente espectro del fascismo, como dice Laetitia Sadier; o si la tecnología dinamita las estructuras de poder y eso hace de ella un poderoso agente liberador, como dice Laura Spiegel. No suenan mal, pero apuntan a spoiler de una esperanza intelectual. Se cumplieron ya seis años de aquella huelga general feminista en la que cinco-coma-tres millones de trabajadoras españolas se echaron a la calle y la más multitudinaria manifestación de la última década colapsó media Sevilla y muchas ciudades en todo el país. Algo hizo crack ese día, como el lejano ocho de marzo de mil novecientos diecisiete que encendió la mecha de la revolución soviética; pero no: tras el colapso sobrevino el temblor y el vértigo, se alejó el horizonte, nos engañaron con la primavera, no soy neutral y yo eso lo llevo mal fatal.

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The walls are falling down, cultures are communing.

Loneliness.

La cultura es la memoria de los pueblos. Recuerdo la pandemia de las aulas vacías y los patos atravesando la plaza del Arenal desierta, pero también por los libros que leí. Ana Karenina fue mi rutina de soledad en aquellas semanas de encierro en la vpo, el toque de queda y las ventanas de zoom. La soledad siempre acompañada, desde Moustaki hasta las nuevas soledades de Pet Shop Boys.

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Algo personal.

"Ya sabes lo que dice Paul Valéry de la cortesía" responde Karen Blixen a su tía en Memorias de una escritora. "La cortesía es la indiferencia organizada". Hoy he decidido…

25W de una idea.

Comienzo el año leyendo Teoría general de la basura (cultura, apropiación, complejidad), de Agustín Fernández Mayo, un ensayo de lectura difícil pero no imposible, título clarividente (aclaración proverbial en el entreparéntesis) y un millón de referencias y anécdotas para mentes culturalmente inquietas. Por ejemplo: Tal día como hoy, pero en 1889, Nietzsche desayunaba queso y café en su casa de la calle Carlo Alberto 6, 3º de Turín. Cuando sale a la calle, a menos de doscientos metros, junto a una de las puertas del Palacio de la plaza Carignano, ve a un cochero maltratando a su caballo. Entonces el filósofo poeta interviene: se acerca al animal, lo abraza, rompe a llorar y pronuncia las últimas (y crípticas) palabras de su vida: «Madre, soy tonto». Después volvió a su casa, donde perdió la conciencia y el habla durante diez años, hasta que murió en 1900.

Alma y los versos sáficos.

A las diez y veinte de la mañana recibo una foto de un recién nacido sobre su nido del hospital público: «Luis Domingo Escamilla Galán ya está en el mundo». Insinuación gráfica evidente: otro bético más. (Para no gustarme el fútbol, estoy que me salgo). La mañana vacacional transcurre tibiamente entre los hechizos de la Celestina (a través del diario de Elicia) y las canciones de Tulsa; la tarde, hasta la puesta de sol, de recorrido fotográfico y mitológico (a través de los versos sáficos de Christina Rosenvinge). Y la noche, tras la cena, con Alma Mahler y Kokoschka: «Él no te dejó vivir, yo no te dejaré morir».

2023: Cultura del azar.

Si tuviera que elegir banda sonora original para (no necesariamente pensar en the very best of…, solo) recordar 2023, tendría en mente un poco de cada: clásicos de ayer en hoy (Belle and Sebastian, Iggy Pop, Everything But The Girl, Christina Rosenvinge, Jay Jay Johanson, Blur, PJ Harvey), lo nuevo clásico (sic: Rone, Nation of Language, Tulsa), los descubrimientos (Yaeji, Avalon Emerson, Jessie Ware) y temas que no olvidaré: la nostálgica Les cents prochaines années (Albin de la Simone), la tejedora Recovered Files (Neuman), el romanticismo de Fiestas del Patrón (Eddi Circa), las preciosas Loading (James Blake), The Sea (Romy), Sirens (Devendra Banhart), el hombro del camarada de La Guerra ha Terminado (Dani Llamas, The New Raemon) y el descaro de Todos menos tú (Parquesvr, I-Ace). Todo este conglomerado de músicas del azar (no las he elegido yo: me han elegido ellas a mí) tal vez tengan una cumbre, digamos, si tuviera que escoger la más representativa (¿por qué una?): la maravillosa colección de canciones del disco de Caroline Polachek Desire, I Want To Turn Into You (título y frase con la que explota Welcome To My Island).