79 años de la publicación de 1984, pero desayuno con una cita de Gramsci: «La historia enseña pero no tiene alumnos» y cuánto agradezco la disciplina de nuestra gente a la hora de evitar el ruido y las nueces en el culebrón mediático de Sumar. Hablar demasiado ayuda a tu enemigo, que decía un cartel soviético de la era Stalin (círculo cerrado, Orwell).
El azar me ha llevado hasta Gerhard Haderer, un ilustrador austriaco que tamiza las contradicciones del mundo en que vivimos, una sociedad que va al gimnasio en coche para montar en una bici estática, las personas convertidas en bots y la clase obrera caminando con la cabeza gacha, como en la película Metropolis; cada día estoy subiendo una de las obras de Hareder a mis historias de Instagram y WhatsApp.
Mientras tanto, CC.OO denuncia que la Junta sigue manteniendo la incertidumbre sobre el Plan de Vacaciones en la sanidad pública andaluza. Nada se sabe de los 12.000 empleos temporales. Nada sobre cierres de camas, disminución de actividad quirúrgica u horarios de los centros de salud en pleno verano. Frente a eso, la lucha incansable de las mareas blancas de la Sierra Sur de Sevilla y de la plataforma de Lebrija son un ejemplo.
Camino del instituto de mi hijo escucho el último disco de Jay-Jay Johanson, bálsamo que me renta (así como dicen ahora los preadolescentes) cuando necesito riqueza mental. Ya hace casi 4 años que le conté al crooner sueco que el suyo fue el primer concierto de Marcelo nasciturus.
En su columna dedicada a Alberto Garzón, Elvira Lindo confiesa que «si no navegará por las redes tendría una idea más elevada del ser humano», que viene a editar suavemente aquello que escribió Tolstói: «Debe valorarse la opinión de los estúpidos: están en mayoría«. En ocasiones doy gracias a Dios por la ascendencia gallega que no tengo.