Es un buen día para eschuchar

atentamente dos entrevistas a Antonio Maíllo: una de anoche en la SER y otra sobre la marcha en RNE. En ambas, nuestro coordinador federal expone las conclusiones del encuentro de más de tres horas que mantuvimos ayer por la tarde. En la radio ponen Subterranean Homesick Blues, de Dylan, famosa por la siguiente cita: «No sigas a los líderes / Vigila los parquímetros».

Salí a buscar el rayo verde

en el horizonte troquelado de Madrid tras una jornada compartiendo reencuentros, historias comunes y nuevos caminos por recorrer. Resultó que cuatro o cinco señoras mayores pasaron por la puerta de La Nave; una preguntó qué sería aquello, otra respondió que una cosa de política y una tercera que todos los políticos son unos chorizos (confirmación del coro al unísono). En el viaje de vuelta, chocolatinas, snacks y galletitas de máquina para cenar, más cabezadas que miradas a los móviles o los libros, cansancio del sábado noche y repaso a las noticias de la prensa digital: en Diario de Sevilla, las veintitrés primeras entradas dedicadas a la semana santa (es verdad que la lluvia) y las ocho siguientes al expresidente del Betis (es cierto que el morbo). On the road terminé Socialismo de medio planeta y es tras ese the end cuando las dos citas del comienzo se clavaron en el centro de la diana, especialmente la segunda.

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Un fenómeno celeste no es tan espectacular.

Marco en mi agenda de hitos vitales

el 10 de febrero de 2024 a las 20,00 h. como el primer día que asisto a un concierto de clásica con mi hijo. Él tiene 14 años, yo 57 y la partitura de la obra que escuchamos cumplirá 300 en apenas unos meses. Solo puede existir aquello que está obligado a repetirse. Las Cuatro Estaciones, toda una colección de hits, auténtico pop ma non troppo. Y mi hijo, como su padre: «El que más me ha gustado, el Invierno

Las consecuencias del amor