Es un buen día para eschuchar

atentamente dos entrevistas a Antonio Maíllo: una de anoche en la SER y otra sobre la marcha en RNE. En ambas, nuestro coordinador federal expone las conclusiones del encuentro de más de tres horas que mantuvimos ayer por la tarde. En la radio ponen Subterranean Homesick Blues, de Dylan, famosa por la siguiente cita: «No sigas a los líderes / Vigila los parquímetros».

«Hay vida más allá

del Corpus», reza el post de Record Sevilla bajo la foto del elepé Life After Death de Iron Maiden. Ayer lunes, actos provinciales de campaña de Sumar con escala en Arahal, La Campana y Alcalá del Río; también en Sevilla ciudad. Contemplo la adolescencia que sale del instituto de mi hijo: ninguno habla de PEvAU, pero todos los chicos llevan peinados con la frente cubierta. Echo un vistazo fugaz a la red social X y la cierro acordándome de la frase: “Cuando uno pierde de vista al enemigo comienza a pelearse con el compañero”, que dijo el Comandante Fidel Castro. Hoy es el 39º aniversario de la publicación de Born In The USA y en la radio lo celebran con Bobby Jean: «Nos gustó la misma música, nos gustó la misma banda, nos gustó la misma ropa».

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La abuela de la mesa de al lado

habla de su nieta, que se llama Alma de Luna; por lo que sea, ella la llama ‘Alma de Cántaro’. La cafetería tiene alma de festivo rancio en Sevilla (Este). Creo que fue Alfonso Guerra quien puso Alma a su hija, en homenaje a la esposa de Mahler. En la radio suena una canción del nuevo disco de Manu Chao, precursor de un mestizaje tristemente emulado por la industria de la fast food music.

Pertenezco a ese ramalazo generacional

que, como Antonio Luque, observamos con cariño las viejas fotos de la primera comunión, pero decidimos que nuestros hijos crecerían moritos. Las mías (mis fotos), una en color de Estudio Alba y otra cutre en blanco y negro rotísimos, con tres amigos del alma, en medio del albero donde se cortaban las avenidas Reyes Católicos y Los Pirralos, entonces Cardenal Cisneros. Gracias a los abuelos comunistas, el asfaltado, las aceras y el agua potable llegaron años más tarde a esos barrios humildes de Dos Hermanas. Hoy sería un troleo peatonal marcarse un selfie en ese mismo cruce.