Francisco Gil lo sabe.

Francisco Gil lo sabe.

«Si en vez de Oasis, se reuniesen los Smiths… nos faltaba campo pa’correr», dicen en la tienda de vinilos. Mi hijo aseguraba, de pequeño, que sus zapatillas deportivas corrían más; no es el caso en la porfía Morrissey-Marr, así que mi calzado de domingo para asistir a la presentación del libro del año en Dos Hermanas (si no has estado, spoiler) el mismo día en que de noche Víctor Manuel se despide de los escenarios en nuestro auditorio.

Conocí a Paco Gil cuando se vino a vivir a Dos Hermanas y montó su diario digital, coincidiendo con mis últimos años de portavoz de IU en el ayuntamiento. Desde entonces no nos hemos perdido la pista y hemos charlado más de una vez alrededor de un café o cerveza. Por eso, cuando me invitó a la presentación de su libro Los Galindos, el crimen de los silencios, no me vi interpelado por compromiso, sino por alguien que, en política, me ha reconocido como ser humano más allá de los protocolos y las entrevistas formales. Para más inri, el acto lo ha iniciado Fran Ricardo (redactor de La Semana, a quien, jaja, tuve el honor de unir en matrimonio), así que me he sentido bastante cómodo entre el público asistente, junto a Paqui López y Fran Gª Parejo.

No soy aficionado a los sucesos, normalmente me lío cuando hay más de dos pistas deductivas en el lugar de los hechos. Sobre Los Galindos, Paco Gil se expresa con la voz baja de un maesto que no necesita mirar sus apuntes y con la devoción de quien conoce mucho más de lo que cuenta (o escribe). En el hotel La Motilla, ante aquella sala abarrotada (ya es un hito, tratándose de lo que se trata, y dónde), todo el mundo ha salido con la absoluta certeza de que el autor sabe quién (o quiénes, más bien) cometió (cometieron) el quíntuple asesinato en aquel cortijo de Paradas, allá por el año en que Franco se iba a morir (pero no su herencia). Lo sabe y, como buen periodista, solo cuenta lo que puede probar. Enhorabuena.