Ideas en ‘Comuntopía’, de César Rendueles.

Ideas en ‘Comuntopía’, de César Rendueles.

«Los comunes son instituciones sociales colaborativas que regulan recursos -materiales o inmateriales- de propiedad colectiva». (Pág. 5).

«el atractivo contemporáneo de los comunes y su vitalidad en el espacio público tiene que ver con su capacidad para evocar una constelación de conceptos relacionados con la solidaridad, la igualdad y la autocontención en la gestión de recursos materiales necesarios para la subsistencia: materias primas, tecnología, conocimiento… Se trata de uno de esos casos, poco frecuentes, en los que la investigación académica entronca con las preocupaciones de movimientos sociales emergentes, los intereses de una parte significativa de la opinión pública y el Zeitgeist contemporáneo». (Pág. 6).

«el vocabulario de los comunes ha tenido un rendimiento conceptual más específico: ha reintroducido en los debates políticos contemporáneos las cuestiones relacionadas con la propiedad colectiva. En términos muy generales, desde los años cincuenta del siglo pasado la izquierda política occidental fue asumiendo progresivamente un marco político en el que las aspiraciones relacionadas con la socialización de los medios de producción quedaban en un segundo plano –o bien aplazadas sine die– y ganaban peso, en cambio, los proyectos redistributivos. Por supuesto, no es que se renunciara a la propiedad pública de ciertos sectores industriales: hasta principios de los años ochenta, el papel del Estado en la economía francesa, austriaca, alemana o italiana era medular. Pero el elemento de identidad política fuerte de muchas alternativas de izquierdas pasó a ser la igualdad salarial, las transferencias sociales o los servicios públicos y mucho menos la soberanía popular sobre los medios de producción. Los proyectos comunales vuelven a poner en el centro de la disputa política la cuestión de la propiedad como un elemento central de la capacidad de control democrático». (pág. 7-8).

«Uno de los rasgos característicos del modelo de estado capitalista que se generalizó tras la Segunda Guerra Mundial fue su capacidad para establecer límites a la extensión del mercado. El Estado, por un lado, asumió un papel activo de mediación en los conflictos entre capital y trabajo y, por otro, proporcionó diferentes garantías sociales a los grupos populares: en parte debido a la mayor fuerza política de las clases trabajadoras y en parte por el deseo de las clases altas de limitar el atractivo de la opción soviética. A partir de 1989, la correlación de fuerzas cambió radicalmente y, en términos generales, el Estado se desentendió de su papel mediador. El resultado fue una oleada privatizadora mundial que incluyó nuevos y numerosos procesos de expropiación de bienes comunes». (Pág. 8-9).

«Realmente los conflictos políticos en torno a la tecnología digital se remontan a los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando se tomaron decisiones cruciales acerca de la arquitectura y el régimen de gobierno de los entonces incipientes nuevos medios digitales. Esas disputas concluyeron con la victoria de los partidarios del desarrollo privado de la digitalización frente a otras posibles configuraciones que podrían haber otorgado un mayor peso al sector público». (Pá. 10).

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.