Saramago

Ahora no tenemos a Kafka, pero tenemos a Saramago. No sé si alguna vez has leído alguna de sus novelas, si te gusta esa forma de escribir que tiene, si su pesimismo te agota o te parece puro realismo adictivo, si su sentido del humor te llena la media sonrisa de tristeza y por eso prefieres buscar en otra parte tu tiempo, tu escaso tiempo de lectura. O si, como a mí me ocurre, Saramago sirve para encontrarte, para dar con las preguntas esenciales, para reconocerte.

En casa tengo la mayoría de sus obras, pero sólo he leído desde Todos los nombres para acá. Sin embargo, cuando de verdad lo conocí fue con sus Cuadernos de Lanzarote. También he seguido sus cosas en la prensa, como lo que dijo recientemente sobre Portugal («acabará por convertirse en una comunidad autónoma más de España»). Lo he utilizado en mis discursos, en mis post para este blog y para otros blogs que tengo desperdigados por ahí, incluso me ha servido a veces para reordenar algunos muebles de mi vida cotidiana. De todos los realistas que me han emocionado últimamente (el japonés Murakami, el francés Houellebecq, el norteamericano Auster…), sólo él ha entrado a formar parte de esas cuatro paredes íntimas a las que solemos considerar, utilizando un concepto muy judeocristiano, familia.

Historias como las narradas en Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez son, hoy en día, mucho más útiles para una persona que se considere de izquierdas que la mayoría de los tratados de los filósofos marxistas, si me apuras, Marx y Engels incluidos (tal vez suene a sacrilegio, pero yo sé lo que me digo). Y si no quieres tragarte el medio kilo de páginas de No logo o de Imperio (que, por cierto, puedes descargarte íntegro aquí), lee La caverna.

Ahora, como le hubiera podido ocurrir a cualquiera de sus personajes secundarios, resulta que se ha tenido que casar oficialmente en España con Pilar del Río, cuando ya hace 20 años que se los suponía unidos en matrimonio. Cuentan las crónica de esta boda íntima celebrada en Castril (pueblo de Granada donde nació Pilar) que la ceremonia estuvo precedida de un emotivo discurso pronunciado por Mercedes de Pablo, periodista y amiga personal de la novia, quien, en alusión a cómo se conoció la pareja, dijo que «cuando se encontraron sin buscarse en las páginas de un libro –Memorial del Convento, de Saramago- ella untó de saliva su dedo y, al pasar la última página, borró el punto y final».

Tocadiscos: Marlango – Madness. Pues sí, ella es especial. Pulsa aquí.

1 comentario

  1. Saramago es una de mis cuentas pendientes, pues muchos amigos de «confianza» me hablan maravillas de él, y sin embargo, cuando leí­ «Ensayo sobre la ceguera», no pude terminarlo, pues pasaba por un mal momento personal (paro, dudas de pa dónde iba mi vida, etc…), y Saramago se me atragantó (durísimo libro… me quedan unas 60 pág).
    Curiosamente, al poco tiempo, y con las mismas perspectivas, pero queriendo mejorar mi francés, empecé a leer Houellebecq (Extensión del dominio de la lucha), y este casi me remató 🙂 (le coup de grace!!:) )
    También le tengo que dar una segunda oportunidad, me dicen amigos de «confianza» (confianza literaria).

    A Paul Auster lo situar?­a en otro plano, pues los mundos que crea el neuyorquino al menos plantean una huída, desesperada, pero hacia delante, y casi siempre dentro de la literatura (historias dentro de historias, el destino que se escribe o reescribe en cada página).

    Pues eso, que a Saramago, independientemente del personaje o ser humano, le debo una oportunidad, y creo que seguiré tu consejo y leeré La caverna, que lo compré hace un par de añitos y está cogiendo polvo en la estantería.
    Saludos

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