En este mundo hay a quien le gusta saber los horarios de los medios de transporte y se pasa el día comprobándolos. También hay quien hace barcos de un metro de largo encolando palillos. Por tanto, no es tan raro que haya por lo menos una persona que quiera entenderte, ¿no te parece?
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En Tokio Blues, la última novela que he leído, la tristeza es estéticamente bella, como las arrugas. Y la muerte no es nada más que una parte de la vida, donde los que se van permanecen eternamente con la misma edad, donde los que se quedan arrastran la esquizofrenia de la pérdida y conviven con ella como si fuese una herencia.
Últimamente, desde la película Lost in traslation para acá, somos muchas las personas que hemos aprendido a amar y mirar con otros ojos una ciudad que antes nos resultaba ajena. Es lo que tiene el cine, por irreal que sea su hechizo; en mi caso, también el videoclip que hizo Marlango (*) para su canción Automatic imperfection.
El libro de Murakami está ambientado en los últimos años de la década de los 60. Los personajes principales viven el tránsito de la adolescencia a la madurez, aunque el narrador, Watanabe, rememora aquellos tiempos a raíz de un hecho casual que le ocurrió a los 37 años. Ese hecho de apariencia banal (el aterrizaje de su avión en una ciudad alemana, la visión a sus pies de una sombría llanura y la canción Norwegian wood, de los Beatles) lo traslada a su vida de estudiante, a sus amores imposibles con Naoko y difíciles con Miduri, al sexo como vía de escape y frustración, al amor como cadena que subyuga y a la vez libera…
Tokio Blues es, como se suele decir en estos casos, una «novela generacional». Tal vez la historia que cuenta resulte demasiado distante de la tuya, de la que vives o has vivido, tal vez esas pequeñas o grandes tragedias humanas que se narran no coincidan con las tuyas, que ni siquiera tu paso por la pubertad sea o haya sido trágica en absoluto (sufrir la muerte de algún familiar muy cercano, o de algún amigo o amiga, por desgracia, casi todos las hemos pasado), pero esas sensaciones naturales de una edad determinada en una sociedad determinada, con sus diferencias propias de la tierra y del carácter de cada cual, en casi nada se distancian de las que alguien como tú o yo sintamos o hayamos sentido… por eso no te resultará raro identificarte con tal o cual personaje de la novela, o que los identifiques con tal o cual persona de tu entorno más cercano. O que te sientas parte implicada, que vivas más tiempo dentro que fuera de una novela que se lee con facilidad y que se asume con más facilidad aún, a pesar de la aparente frialdad literaria con que el autor nos lleva por sus páginas. Ambientada a miles de kilómetros de tu casa, lo mismo podría pasarle a cualquiera que viva en Cantely, Las Portadas o Montequinto…
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(*) Casualidades de la vida: en la sección «Aprender a comportarse en público» de la web de Marlango, anuncian que están leyendo a Murakami.
Canción para hoy: Automatic Imperfection, Marlango, 2005. Pulsa aquí para disfrutarla.