En las Jornadas Provinciales de Amigos y Amigas del Pueblo Saharaui.

Según Google he visitado este maravilloso y solidario pueblo, Pedrera, 13 veces en los últimos 5 años y siempre, siempre, me he sentido como en casa. Os lo he dicho cada vez que he venido y lo sigo diciendo cada vez que vengo; porque así lo siento y esas cosas se dicen y no se las guarda uno.

Quienes trabajáis conmigo en el día a día sabéis que actualmente me encuentro en modo «desintoxicación orgánica» y buscando un aterrizaje suave en nuevos territorios políticos, echando una mano a compañeras y compañeros que llevan décadas procurando que la memoria histórica y democrática de este país no caiga en el olvido.

En este nuevo empeño personal, últimamente llevo conmigo un libro de Rafael Escudero Alday, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid (y ahora subsecretario del Ministerio de Juventud e Infancia de nuestra compañera Sira Rego). Este libro, casualmente, comienza recordando un día como hoy en 2008, en que el poeta argentino Juan Gelman recibió el Premio Cervantes. En su discurso dijo que «Ya no vivimos en la Grecia del siglo V antes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto».

Ya sabéis que los últimos años del franquismo y el destino del Pueblo Saharaui tienen relación en la línea del tiempo. Yo mismo recuerdo que mi hermana, casada con un militar, pasó 6 meses en Villa Cisneros y se trajo de allí un tapiz gigante de esos que estaban de moda enmarcar y colgar en las paredes.

Tras cuarenta años de represión y silencio en el franquismo, llegaron cuarenta años de olvido en democracia. Felipe González recibió el encargo de Gutiérrez Mellado de esperar a que su generación hubiera muerto para reabrir el debate sobre la Guerra Civil y la dictadura: «debajo del rescoldo sigue habiendo fuego, le ruego tenga paciencia», fueron sus palabras. Tanto en la Transición como en los catorce años del gobierno socialista no se hizo ninguna política de memoria y reparación. Como afirmaría González en una entrevista en el año 2001: «nosotros decidimos no hablar del pasado».

Pero muchos no olvidaron. No olvidamos. No olvidar es una premisa indispensable para tener un futuro mejor, y el chantaje de un dictador marroquí no puede ser nunca una opción posible para el pueblo español.

Cuento todo esto porque mi objetivo hoy aquí, y cada vez que voy a un acto vinculado a la Causa Saharaui, no es otro que saludar y agradecer, en nombre de Izquierda Unida:

– por un lado, a quienes lleváis décadas renovando vuestro compromiso con el Frente Polisario y la lucha del Pueblo Saharaui, no solo recogiendo esa obligación moral que tiene nuestro país con el Sáhara Occidental, sino evitando que esa obligación moral caiga en el olvido;

– por otro, a quienes seguís luchando por la dignidad de vuestro pueblo, resistiendo, con la cabeza bien alta, por la independencia, la soberanía, aun a riesgo de la cárcel, las torturas y las desapariciones forzadas (igual que hicieron nuestros antepasados republicanos y demócratas contra el fascismo).

El capitalismo, la globalización y la geopolítica supeditan a los intereses económicos cualquier otra necesidad de los pueblos y a la propia supervivencia del planeta. Pero nosotras y nosotros, las personas que estamos aquí, mi organización Izquierda Unida, decimos que no hay ley, ni interés ni estrategia más importante que los derechos humanos. Y que no hay razón de Estado ni pacto de gobierno en España que impida a la miltancia de Izquierda Unida seguir diciendo ¡Viva la lucha del Pueblo Saharaui! ¡Polisario Vencerá!

(Más información sobre estas Jornadas aquí, y más fotos aquí).

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