El calor del amor al jazz.

El calor del amor al jazz.

Esta ha sido la semana del amanecer con una manta de cirrocúmulos sobre las azoteas de Los Montecillos y la fallida profecía «posibles lluvias en las próximas horas», pero el otoño es reconocible por los décimos de lotería que empiezan a rodar por los grupos de mensajería instantánea.

Ejercicio de comprensión lectora: Cuando una persona escribe: «Los impuesto a la clase trabajadora no deben servir solo para pagar los sueldazos de los políticos», ¿es de izquierdas, de derechas, de extremo lo uno, de extremo lo otro? Que no se te queme la tostada mientras lo piensas, como me ha pasado a mí, como le sucede al yonosoymilitar de Sr. Chinarro. Antonio Luque también canta en Más Babieca: «La noche pasada soñé que Murcia iba a desaparecer»; la provincia región tiene 1.000 kilómetros cuadrados más que Líbano y yo he tenido una noche casi insomne.

Sábado de jazz, que es un volver a lo analógico, los bolígrafos para rebobinar las casetes y el coraje que daba el repiqueteo de los vinilos en los bafles, esas algunas cosas de un tiempo que ahora echamos de menos. Mi hijo no: él está en poner a prueba la inteligencia de la IA: escribe un texto sobre «por qué medimos menos antes de dormir y más al levantarnos por la mañana» y lo copia/pega en una web que «sospecha» el porcentaje de lo escrito utilizando chatgpt o similares: le sale un 74 por ciento, todo error, como cuando AIOverviews de Google recomendó poner pegamento en la pizza y comer piedras. La IA será fiable cuando entienda lo que ha perdido el cine español por no contar con Ana Saurel como chica Almodóvar. (Exageraría si el parte meteorológico hablase de desplome de las temperaturas 10ºC y se refiriese también a Despeñaperros para abajo).

Aunque a veces no lo parezca por lo que escribo, el surrealismo nunca me ha llamado la atención (a cada palabra le debo un porqué, pero soy poco de notas al pie de página). Sin embargo hoy, antes del concierto, he visto una maravilla surrealista: se trata de la película polaca Nunca volverá a nevar (Michal Englert y Malgorzata Szumowska, 2020).