Me gusta mucho el formato de la serie que ha iniciado Público con imágenes de la Guerra Civil proyectadas en los noticiarios de Estados Unidos y que, en su primer vídeo, contiene un texto bien leído (no me queda claro si también escrito) por Unai Sordo.
Hay asambleas de IU y colectivos memorialistas que tienen costumbre de ir al cementerio el día de todos los santos para realizar ofrendas florales en las fosas comunes y monolitos dedicados a los asesinados por el franquismo. La coincidencia con la declaración oficial de la víspera como día de recuerdo y homenaje a las víctimas del golpe, la guerra y la dictadura, dibuja una curiosa transición entre los derechos del pasado y la tradición religiosa, entre llevar flores donde se hallan los restos de tu familiar o colocarlo sobre una placa con una lista de nombres y apellidos, sin certezas, sin cerrar el ciclo, el vínculo, la naturaleza de la vida. Rafa Cobano, alcalde de Paradas, lleva años llevando flores a la fosa común en estas fechas. Me ha enviado esta foto, junto a la compañera Lorena Portillo.

Los homenajes memorialistas que se celebran el primer día de noviembre son distintos porque los cementerios están muy concurridos, claro. Este sábado, en Utrera, algunos vecinos y vecinas se paraban a escuchar nuestras palabras de recuerdo a quienes fueron asesinados a partir del 26 de julio de 1936, día en que las tropas franquistas entraron en la ciudad.
«Asesinados por pensar diferentes, por tener otras ideas: ideas de igualdad, de libertad, de fraternidad y de solidaridad; ideas que aquellos que habían ostentado el poder en España durante tanto tiempo no podían tolerar, por lo que Ejército, terratenientes e iglesia se levantaron en armas para destruir esas ideas y a aquellos que las habían puesto en práctica para construir la primera democracia en nuestro país».
Nuestros compañeros y compañeras de RedPública, CC.OO, IU y PCE de Utrera nos pusieron al día de sus reivindicaciones al gobierno municipal (PP), como es la eliminación de vestigios franquistas de una ciudad donde «el recuerdo de todos los represaliados nunca será completo si verdugos y víctimas comparten espacio”, refiriéndose al nomenclator del municipio, donde permanecen calles dedicadas a los aviadores franquistas Carlos Haya y Joaquín García Morato, situadas en la barriada Los Militares; o la calle Alcalde Antonio Sousa, «dedicada al primer edil franquista y colaborador en la represión de nuestros paisanos». También hay placas con referencias a Muñoz Grandes y a Utrera Molina en el santuario de Consolación.
Al acto de Utrera siempre nos invitan a Fran García Parejo y a mí; en esta ocasión estuvo también nuestro coordinador comarcal -y alcalde de Marismillas-, Castor Mejías. Los tres hicimos doblete un rato más tarde en Lebrija, donde acompañamos a nuestro portavoz municipal, Gonzalo Busto, en el homenaje convocado a mediodía por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Fue un acto similar, pero la lectura del manifiesto se hizo a las puertas del cementerio viejo, donde entregaron un clavel blanco a cada asistente para depositarlo, posteriormente, en un pequeño espacio de homenaje situado a la entrada del recinto, a la izquierda.




