Mientras tanto.

Mientras tanto.

Agustín Fernández Mallo me representa: «Se mira el mundo en silencio y se anota lo visto en silencio. Se escribe el silencio. En eso consiste amar el mundo». Las tres primeras frases del libro como cuando un mensaje flotante en tu móvil dice: «Posible lluvia en las próximas horas» y te quedas enganchado en «Posible.

Le pregunto a mi hijo si prefiere una hora de natación o una clase en el instituto y me responde: «Depende de la asignatura». El maestro Juan Morillo me envía un texto titulado «Mujeres de El Aguaucho, obreras, luchadoras y feministas». Un párrafo aquí:

Eran mujeres antifascistas, luchadoras organizadas a las que les debemos nuestro compromiso memorialista y feminista. Somos deudores y deudoras de este grupo de nueve mujeres y dieciocho más que junto a noventa y un hombres fueron las víctimas que el terror golpista y la posterior dictadura provocó en Fuentes de Andalucía, un pueblo de apenas siete mil habitantes.

Se deja de amar el mundo cuando el cuchillo ocupa el lugar del pastel, pero, mientras tanto, un pañuelo de algodón blanco planchado con olor a té derramado, una galleta de mantequilla con ojos de chocolate, nariz blanca y sonrisa de fresa en medio de una reunión de agenda política provincial, y la programación de los profesores de Geografía y Biología en el iPasen.