La mujer de Tchaikovsky, Jane Birkin y Tina Modotti.

Hoy se han reunido por primera vez, en la sala Prim (no por casualidad) del Congreso de los Diputados, los compañeros y compañeras de nuestro nuevo grupo parlamentario, conformado tras las elecciones del 23J, que se denominará «Grupo Plurinacional Sumar». La web de la cámara baja ha emitido en directo la intervención de Yolanda Díaz en este encuentro que, de vez en cuando, cambiaba de plano y me permitía ver a mis flamantes Engracia Rivera, Francisco Sierra, Toni Valero… (Lo que no he encontrado, al menos por ahora, es la grabación, que me gustaría tener porque se han apuntado líneas y métodos de trabajo muy interesantes para la legislatura que comienza).


He visto La mujer de Tchaikovsky, dirigida por Kirill Serebrennikov. En Filmin dicen que es polémica por el tabú que existe en Rusia sobre la homosexualidad del compositor, tratada aquí «a través de la figura de su infeliz esposa». Cine de època, misoginia (él), absoluta obsesión (ella) y un precioso momento videoclip, casi al final, que no he sido capaz de localizar en internet. Parece ser que el director es enemigo de Putin.


Durante el desayuno he leído una entrevista a Charles Montgomery en eldiario.es con motivo de Ciudad Feliz, el libro en el que estoy metido estos días. Luego me topé con esta frase de Erik Satie: «Cuando era joven, me decían: ‘Ya verás cuando tengas cincuenta años’. Tengo cincuenta años, y no he visto nada». Se entiende, claro, aparte la retranca minimalista del genio. Anoche me preguntó Esperanza -compañera de Iniciativa de Alcalá de Guadaíra- por el Mamma Luna (no recordaba el nombre, ni su ubicación). Le envié los datos y el enlace a un recorte de un periódico local. Hoy, tras el desayuno, pasé por delante del edificio que ocupa el lugar del Mamma; lo fotografié y pensé: «Tengo 56 años y he visto esto, que es casi todo». De vuelta a casa, en una farola, encontré otro mensaje como el de la semana pasada, escrito sobre la misma cartulina rosa y firmado por la misma persona.


Je t’aime moi non plus, Jane Birkin, porque eres la que mejor sirve sobre una barra de bar la cerveza peor tirada a un vaso en toda la historia de la restauración. La película de tu/nuestro querido Serge Gainsbourg no he sido capaz de terminarla por culpa de Joe Dallessandro, mucho más romantizado en la funda del disco de The Smiths/Flesh de Warhol.


Un compañero de la Red de Activistas de Cultura nos recuerda que hoy se cumplen 127 años del nacimiento de Tina Modotti, la fotógrafa y revolucionaria que partió de Udine (por costumbre, de allí nadie se alejaba más allá de donde se oyera la llamada de las campanili, las campanas de la iglesia) con hambre, 16 años y 100 dólares en el bolsillo, rumbo a San Francisco, luego a Los Ángeles y más tarde a México, donde documentó años muy vibrantes en cientos de fotografías, con una sorprendente síntesis de arte y contenido social. En Ciudad México, Tina Modotti conoció a Rivera y a Frida Kahlo, e inició su compromiso militante con el Partido Comunista, que la llevó a Berlín y Moscú, que la puso al servicio del espionaje antifascista en Europa y a trabajar para el Socorro Rojo en España (conoció a Pasionaria).