Fierabrás.

Fierabrás.

Llama la atención que las narcolanchas hagan regatas Guadalquivir arriba como las truchas, pero no es extraño que el presidente de los empresarios cobre 300.000 y rechace la subida del salario mínimo a 1.184. No lo es, tampoco, que Caixabank se embolse beneficios por más de 5 mil millones o el BBVA 10 mil, y que ambos rechacen un impuestito para ayudar al Estado a cubrir las necesidades de las personas más vulnerables. A estas alturas, nadie se escandaliza de que la dupla feudal vote lo uno y lo contrario en el Congreso sin escrúpulos ni consecuencias en lo vulgar de sus vidas. Incluso los negacionistas sufren la soledad de las redes sociales, desconociendo que es un fenómeno científico relacionado con las oxitocinas, o renegando de ello.

Con esa retahíla, y otras que se quieran extender en un paño sobre la mesa, lo verdaderamente sorprendente -y dramático- es la ausencia de ese bálsamo capaz de potenciar la conciencia social de quienes estiramos (si es que se llega a) un salario por cuenta ajena para apenas cubrir las necesidades, cuando sabemos que nada es imposible desde David y Goliat hasta los paradigmas retrofuturistas de la calderilla china capaz de chatarrear miles de millones de Silicon Valley. Que no somos accionistas, sino activistas. Que no blanqueamos el neofascismo, lo combatimos. Que la única salida es continuar. Gigante sarraceno que curas las heridas y resucitas a los crucificados, pronúnciate.

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.