Amparo.

Amparo.

Veo las fotos del minuto de silencio por Amparo en el canal de telegram de CC.OO Sevilla. Creo que se han agotado todas las palabras de condena, todos los mensajes de repulsa, adjetivos, signos de admiración y caras de abatimiento. Cuando lo tienes tan cerca (ya no es por Pino Montano, es la proximidad de una idea de terror) solo se me ocurre repetir que con cada asesinato machista hay que responder a todas las preguntas, porque todos son evitables (metamos esa verdad absoluta en nuestras cabezas). Y cada respuesta exige una actuación, que nunca será suficiente (sin duda) mientras siga habiendo asesinatos machistas.

Y más: Salir a la puerta con la pancarta es un gesto, pero hay otros gestos más importantes que han desaparecido: el cordón sanitario a quienes ni siquiera se ponen detrás de la pancarta. Si ni siquiera eso, ya ni es gesto: es cinismo, es la venda en los ojos, la soga con nudo de corbata. No me estoy refiriendo a la foto en Bueno Monreal, hablo de Plaza Nueva.

Cada asesinato machista es un boquete en el corazón del sistema, un gurruño a los discursos de la democracia, una enmienda a la totalidad de los presupuestos, las reuniones de urgencia, las manifestaciones y los puñetazos de dignidad en el pecho y en la madera noble de los atriles.

Y también a este bla bla que escribo.