El discreto encanto de la burguesía en el desayuno bufé libre de un hotel junto al mar. Aunque puedes comprarte cuarto y mitad de parcela en Marte (no será de verdad, pero apunta maneras), la vida camina por las calles de occidente como metáfora de Kiko Veneno (: andar descalzo duele, los zapatos nuevos duelen, pero lo que más duele es no saber por qué te duele). La cara b es que el hambre en el mundo no sea como mi hambre de ti. En una entrevista que le hicieron días atrás, KV dijo que a este planeta le quedan dos generaciones para la distopía; pienso en ello y me agarro al placer de las pequeñas cosas, como planchar camisas blancas escuchando ‘Suddenly’ de Caribou a una hora prudente de la tarifa eléctrica.
La buena noticia la trae Yolanda Díaz con los datos de desempleo de junio. Podría pensarse que mi vuelta de las minivacaciones me ha sentado malfatal, pero niego en La mayor (que es una tonalidad conveniente para «declaraciones de amor inocente,… la esperanza de ver al amado nuevamente después de partir; la alegría juvenil y la fe en Dios.» Es usada en sinestesia para representar el color verde). Es que las vacaciones han sido un intermedio sin apenas desconexión, no he podido evitar ni siquiera el último desprecio misógino de Antonio Burgos, uno de los seres más indeseables para cualquier miembro de la liga de dandyst workers que se precie.
El entripado del viernes a.m. no se ha ido, tal vez también por la cafeína y el orgullo dividido. Al anochecer, he ejercido de flâneur por calles y paseos, interiores de bares y mesas llenas de turistas hablando inglés nasal, jóvenes bebiendo en las aceras de los pubs y sevillanos lamentando los atascos en la autopista desde que quitaron el peaje. Y la manga larga para ver la superluna sobre el Atlántico y jugar con mi hijo al billar y al ping-pong, verle tocar el piano de cola en el restaurante y el discreto encanto de la burguesía cuando aplaude. Pero todo lo previsto, las expectativas y los planos secuencia del martes en adelante, requerirán astucia nocturna, silencios forzosos o tajo de guillotina.