Los capos del dance han vuelto

No sabrí­a asegurar que Fundamental, el último disco de Pet Shop Boys, hace honor a su nombre. Lo que sí­ sé es que estos capos de la dance music han conseguido mejorar mucho respecto del disco que hicieron en 2002, Release, que no tuvo buena crí­tica y que me recuerda un poco al Excite de Depeche Mode, tanto en la estética como en lo fallido de unas composiciones supuestamente de madurez. Del posterior Battleship Potemkin (El Acorazado Potemkin), que fue mejor recibido, guardo el maravilloso recuerdo de una noche viendo la pelí­cula de Einsestein con la música de Neil Tennant y Chris Low de fondo, todo perfectamente encajado y calculado.

La influencia de la música en mi vida, como en la de mucha gente que conozco, es tan difí­cil de calibrar que resulta imposible siquiera pensar en ello. En alguna que otra entrevista he puesto en evidencia que gente como Jean Michel Jarre, The Alan Parsons Projet o la E.L.O., que ahora no me interesan en absoluto, me acompañaron a diario durante un montón de años, en mi adolescencia. De Pet Shop Boys, sin embargo, me llegan los primeros recuerdos de aquellos tiempos en que existí­an lugares en Dos Hermanas como Mamma Luna, donde empecé a amarlos a raiz de un maxisingle del Wet End Girls que marcó un antes y un después (frase hecha, lo sé, pero rotundamente cierta) en mi concepción de la música disco y tecno. También entonces oí­a mucho a Beethoven, tanto o más que ahora, y empezaba a intuir la belleza del minimalismo a través de Wim Mertens, Philip Glass o Steve Reich, que me sirvieron en bandeja a Erik Satie y el Grupo de los Seis (deberí­a haber sido al revés, lo sé, pero uno nunca decide estas cosas).

De ahí­ hasta ahora, el minimalismo como concepto estético me ha ido ganando terreno y casi devorando. La electrónica más elemental, por ejemplo de Kraftwerk (que en la adolescencia me aburrí­a), ahora me apasiona. Supongo que tiene mucho que ver en eso el hecho de haber oío demasiada «clásica», tanta como para intentar avanzar en los pantanosos terrenos de la música culta del siglo XX, empezando por Debussy, pasando por Shostakovich y acabando en Ligeti, recientemente fallecido. Y lo tribal, que es esencia del minimalismo, ha pasado de ser vulgar reiteración a fórmula matemática capaz de crear emociones persistentes y mucho más placenteras, por su profundidad, que las que encuentro y soy capaz de mirar a la cara en la primera escucha.

El videoclip de Minimal, primer single del nuevo disco de Pet Shop Boys, muestra a Neil Tennant y Chris Lowe elegantemente vestidos delante de una pared con tubos de neón, haciendo paralelas y cuadrí­culas, jugando con el movimiento de los cuerpos. Todo aparentemente sencillo, como la obra de Sol Lewitt o como aquel concierto que dieron en el Savoy, hace diez años, con un fondo de escenario diseñado por la fotógrafa Sam Taylor-Woods. Y como siempre, nada sujeto a la improvisación: Minimal sigue, como si de una obra plástica se tratara, a un disco recopilatorio titulado Pop Art.