La revolución de la esperanza.

Fallece el príncipe de las mamachicho, del populismo chabacano, machista y hortera, el antecedente europeo del trumpismo, de la mafia como modelo legal de gestión y, también, del principio del fin del neoliberalismo capitalista. Su poderío mediático y su descaro económico sirvió de doctrina programática para quienes han convertido lo neocon en folletín, fake news y telebasura ideológica. Tal vez exagero: hubo un tiempo en que él también habría podido disparar a gente en la Via Condotti sin perder votos.

Rebajando. No sé quién ha recomendado por la radio tener un perro cuando los hijos alcancen la adolescencia para que, al menos, alguien se alegre de verte cuando llegues a casa. Lo escucho mientras mi casi adolescente tiene el bloc abierto en el coche camino de sus últimos exámenes, repasando fórmulas matemáticas -más letras que números- que a mí siempre se me han hecho indescifrables. (Ese bloc suyo me da pura envidia nostálgica, y viceversa).

Vuelve Fanny Mendelssohn, la hermana de Félix. Cuánta música (literatura, artes…) se ha escurrido por el sumidero de la humanidad patriarcal (aún perdura, solo hay que echar un vistazo a la brecha de género de la Wikipedia en lengua española).

Cada dos horas y cuarto se suicida una persona en España, cada dos días en Sevilla. En este tema hay quien aún no ha superado el umbral del ¡Vete al médico! que gritó el ‘popular’ Carmelo Romero a Íñigo Errejón hace dos años y pico en el Congreso. Otros umbrales (feminicidios, ecocidios… ¿sigo?) aún por atravesar.

Me invitan al acto organizado por el Foro Andaluz de izquierdas para apoyar el movimiento Sumar. Más de cien personas en un encuentro caracterizado como ‘revolución de la esperanza’ (María Márquez dixit). Una interviniente del público hace la pregunta fundamental: «Está todo dicho, ¿en qué fallamos?». Se me ocurren algunas respuestas, pero lo mío es, siempre ha sido, la escucha.

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.