de dividir a las personas podría ser: aquellas que tienen ilusión o las escépticas. En política sobre todo. A las segundas les aplicaría el poema de Tranströmer: «El mayor fanático es el mayor escéptico. Sin saberlo./ Es un pacto entre dos/ donde uno es cien por ciento visible y el otro invisible». Con las primeras voy más allá, con Rousseau: «No hay nada más hermoso que lo que no existe». Lo importante es subir la escalera y adentrarse; lo otro es sucumbir al vértigo, fácil pero inútil.
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(Gracias, una vez más, a Nicolás G. Varela por dibujar el sendero).