Las letras de los himnos de los equipos de fútbol echan mano de la épica. El que lleva el nombre de mi pueblo utiliza toda la simbología tradicional, desde la virgen de la romería hasta la aceitunita, y (sic) remata en puño levantado: «Con el Dos Hermanas club de fútbol comienza la revolución». El domingo la revolución vino de Lebrija y provocó la destitución del entrenador nazareno.
Leo: «Un alquimista del siglo XVI llamado Paracelso llegó a la célebre conclusión de que “todo es veneno y nada es veneno; sólo la dosis hace el veneno”». La dosis de población en mi pueblo ha crecido hasta los 140 mil habitantes; dice Diario de Sevilla que uno de los motivos del salto demográfico es la «oferta de vivienda asequible», un argumento tan riguroso como afirmar que fumarse tres paquetes y medio es menos venenoso que fumarse cuatro.
También leo que la Junta de Andalucía tiene el mayor presupuesto de la historia, que tiene las cuentas equilibradas y que 10.000 andaluzas y andaluces mueren al año sin recibir la ayuda por dependencia. En nuestra tierra andamos bien de récords que no salen en las encuestas del Centra.
Hago turno en la sede de IU Dos Hermanas para el mercadillo solidario. El patrón de visitas está siendo «conciencia para ir a la sede de un partido político, situada en un lugar que no pilla de paso, a buscar un regalo navideño al mismo tiempo que me solidarizo con una ONG de ayuda a migrantes de África». En la misma sala (y con el mismo horario) puedes ver también la exposición fotográfica Palestina: Lucha por la libertad y la justicia.