Debe ser por el calor o la humedad, que paternalizan los sentimientos. El ex ministro británico Gordon Brown pide para las eléctricas «gravar beneficios, congelar precios y nacionalizar si hace falta». Que un soldado de Thatcher diga estas cosas a toro pasado no es que tenga para medallas; esa magdalena de Proust no es el aroma de Heno de Pravia. De Guindos también tuvo lo suyo cuando en mayo, como vicepresidente del Banco Central Europeo, pidió «subidas de salarios para compensar la inflación» (vale: para evitar el riesgo de impago de hipotecas) y alertó que «solo el 12% de las medidas fiscales adoptadas para amortiguar los incrementos de los precios de la energía en 2022 están destinadas a las familias más pobres. Y apenas un 1% contribuyen a la transición verde. Mientras que un 54% fomentan el consumo de combustibles fósiles».
Un buen día decidí etiquetar los lugares de Google por donde nos movilizamos. La idea era (es) que cada vez que alguien buscase en Maps cómo llegar a la sede de ASAJA se encontrase fotos de banderas de los sindicatos agrarios manifestándose ante las puertas de edificio Sevilla 2. Del cortijo La Jarilla, en La Rinconada, se han visto fotos mías de la última huelga casi 90 mil veces; casi 32 mil de las puertas del hospital de Valme, donde en más de una ocasión nos hemos concentrado… Y así hay decenas de momentos en los que se asocian lugares pintorescos, turísticos o de visita frecuente, con reivindicaciones ciudadanas, obreras, etc.
«Todo el mundo debería creer en algo. Creo que me voy a tomar un café». Es una cita de Grocho Marx que escucho en el podcast de ‘Café Zimmermann’ dedicado a la película de Igmar Bergman ‘Saraband’, donde encuentro, por fin, la 9ª de Bruckner que andaba emparejando.