Categoría: música

radar

Un facherito andaluz y Amarcord.

Vi una parte del debate: nadie explicó lo que se sometía a votación. Sin internet, la política y las discográficas estaban en manos de abogados; ahora lo están en manos de posteadores y tiktokeros, butroneo precocinado para colonizar X o unos segundos de postureo supuestamente random.

Fellini

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Democracia taparrabos.

Las noticias abochornan a las preocupaciones ciudadanas expresadas en el CIS, los designios del cambio climático y la colección de hipérboles del diccionario. La caverna mediática titula «Amnistía o libertad»: más apropiación indebida imposible, más oximoron no puede ser, más razón tenía Lenin en su «Libertad para qué». La alternativa al antifascismo es la hora más oscura de Europa, una democracia taparrabos del neofascismo mainstream.

Morning

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Nadie sin su papel.

Fin de semana de asambleas en La Campana (viernes), El Viso del Alcor (sábado) y Huévar (domingo). Entre medias, videoconferencias on the road, ratos de música y escapada al cine. De lo uno: tanto escuchar a Kortez ha dislocado los algoritmos de la app de música por streaming que me recomienda novedades. De lo otro: el retrato del lumpen finlandés en Kaurismaki es un alegato de la dignidad del proletariado. Fallen leaves está en pocos cines, pero se proyecta en infinidad de hogares; su sentido del humor quema igual que la escarcha: los ambientes sórdidos atraen, las conversaciones son cortas pero dicen largo, los rostros hieráticos de los personajes seducen, lo secundario interpela y reclama la atención (un cartel de ‘Prohibido fumar’, la comparación de una película de zombis con Banda aparte de Godard, la pareja caminando al final…).

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25W de una idea.

Comienzo el año leyendo Teoría general de la basura (cultura, apropiación, complejidad), de Agustín Fernández Mayo, un ensayo de lectura difícil pero no imposible, título clarividente (aclaración proverbial en el entreparéntesis) y un millón de referencias y anécdotas para mentes culturalmente inquietas. Por ejemplo: Tal día como hoy, pero en 1889, Nietzsche desayunaba queso y café en su casa de la calle Carlo Alberto 6, 3º de Turín. Cuando sale a la calle, a menos de doscientos metros, junto a una de las puertas del Palacio de la plaza Carignano, ve a un cochero maltratando a su caballo. Entonces el filósofo poeta interviene: se acerca al animal, lo abraza, rompe a llorar y pronuncia las últimas (y crípticas) palabras de su vida: «Madre, soy tonto». Después volvió a su casa, donde perdió la conciencia y el habla durante diez años, hasta que murió en 1900.

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Alma y los versos sáficos.

A las diez y veinte de la mañana recibo una foto de un recién nacido sobre su nido del hospital público: «Luis Domingo Escamilla Galán ya está en el mundo». Insinuación gráfica evidente: otro bético más. (Para no gustarme el fútbol, estoy que me salgo). La mañana vacacional transcurre tibiamente entre los hechizos de la Celestina (a través del diario de Elicia) y las canciones de Tulsa; la tarde, hasta la puesta de sol, de recorrido fotográfico y mitológico (a través de los versos sáficos de Christina Rosenvinge). Y la noche, tras la cena, con Alma Mahler y Kokoschka: «Él no te dejó vivir, yo no te dejaré morir».

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2023: Cultura del azar.

Si tuviera que elegir banda sonora original para (no necesariamente pensar en the very best of…, solo) recordar 2023, tendría en mente un poco de cada: clásicos de ayer en hoy (Belle and Sebastian, Iggy Pop, Everything But The Girl, Christina Rosenvinge, Jay Jay Johanson, Blur, PJ Harvey), lo nuevo clásico (sic: Rone, Nation of Language, Tulsa), los descubrimientos (Yaeji, Avalon Emerson, Jessie Ware) y temas que no olvidaré: la nostálgica Les cents prochaines années (Albin de la Simone), la tejedora Recovered Files (Neuman), el romanticismo de Fiestas del Patrón (Eddi Circa), las preciosas Loading (James Blake), The Sea (Romy), Sirens (Devendra Banhart), el hombro del camarada de La Guerra ha Terminado (Dani Llamas, The New Raemon) y el descaro de Todos menos tú (Parquesvr, I-Ace). Todo este conglomerado de músicas del azar (no las he elegido yo: me han elegido ellas a mí) tal vez tengan una cumbre, digamos, si tuviera que escoger la más representativa (¿por qué una?): la maravillosa colección de canciones del disco de Caroline Polachek Desire, I Want To Turn Into You (título y frase con la que explota Welcome To My Island).

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