Exitazo total de la manifestación en defensa de la sanidad pública celebrada hoy en Sevilla, que la mayoría de medios califican de histórica. A la misma hora, la movilización por la vivienda ha superado con creces la prueba de estrés por concurrencia no competitiva. Redondeando, parece que la provincia se ha volcado en una y la capital (y parte del área metropolitana) en la otra. Algo de factor generacional también ha habido, sin duda.
En la lista de efemérides del día hay una que aún rasga sonrisas en la cara del neofascismo: la abolición de la Generalitat y del catalán en 1938, una vez ocupada Lleida por las tropas del dictador, quien, por aquel entonces, aprovechaba su cruzada para amasar una fortuna corrupta, que pasó de un mísero sueldo de sargento a acumular 35 millones en el banco al final de la guerra, según relata Carlos Osorio en su artículo «Casa do Brasil y las toneladas de café que envió el país para ayudar a España y que fueron a parar a la cuenta corriente de Franco», publicado hoy en eldiario.es. Lo de Queipo con el expolio de Gambogaz no fue excepción, sino regla.