La máscara de Mefisto.

En aquellos tiempo de pertinaz sequía, el concepto, dos blasillos de Forges contemplaban las primeras lluvias sanadoras de septiembre. Uno dijo: «Esto va a ser muy malo para el campo»; el otro replicó: «Será ‘muy bueno'». «Es que estoy haciendo de Fraga», terminó el primero. Lo he recordado este último día de las vacaciones que nos ha despertado con las tormentas. En la plaza donde vivo, el rumor del agua cayendo viene con vetas metálicas por el repique de las gotas en las viseras y las barandillas de los balcones.

«Te conoceré no por tu rostro, sino por la máscara que llevas», escribió Karen Blixen. La frase introduce la película El pacto, un biopic inquietante sobre la relación entre la autora de Memorias de África y el joven escritor Thorkild Bjørnvig. Lo que importa no es lo que estás mirando sino cómo lo estás mirando, en cualquier modo y manera, a la dialéctica le es indiferente la época del año.

En agosto me he entregado casi militarmente a la desconexión, he vuelto a montar en bicicleta y he aprovechado que mi hombro está bastante mejor para, desde hoy, inaugurar la temporada de pádel padres-hijos. El fin de las vacaciones no es el fin del verano, las lluvias no van a bajar el precio del aceite, el escarmiento de Rubiales no va a acabar con el machismo y los fichajes multimillonarios de futbolistas no son otra cosa que petrodólares escupiendo sobre los derechos humanos en Arabia Saudí. Así que volvamos a septiembre empuñando nuestra Excalibur, capitanas y capitanes Britania, Mefisto nos aguarda.

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.