Me quedo con sus nombres: María Dolores, Yolanda, Aránzazu. Las conocí, con muchas otras madres, el viernes pasado en La Puebla de Cazalla. Sus hijas e hijos suman en ese más del 10% de colegio público San José (casi medio centenar) con necesidad de apoyo de personal docente que solemos nombrar por siglas: PTIS (Personal Técnico de Integración Social), PT (especialistas en Pedagogía Terapéutica), AL (id. en Audición y Lenguaje). Niñas y niños con trastorno de espectro autista, dislexia, deficit de atención, hiperactividad, trastorno del lenguaje… que van a ser atendidos, por los terribles recortes de la Junta, entre 35 minutos y una hora y media a la semana, como mucho, por profesionales que no pueden dar más de sí.
Hoy he compartido con ellas (y con Miguel Ángel y Remedios, del gobierno local morisco) encuentro con Inma Nieto, Esperanza Gómez y Rafa Sánchez Rufo, de nuestro grupo parlamentario andaluz. Lo mismo que dijo Toni Valero el viernes pasado: la lucha de estas madres del colegio San José trasciende su centro y su pueblo. Cualquier logro será en beneficio de la calidad de la educación pública, de la igualdad como principio fundamental de cualquier modelo de convivencia que se diga democrático, y del futuro de sus hijas, sus hijos y las generaciones que vengan.