He llegado temprano. Tenía intención de echar un rato sentado, sereno, sin nadie alrededor pero rodeado de familia histórica, cerca de Pepe Díaz y José Benítez Rufo, de otros hombres y mujeres allí enterrados, pensar en una canción sin llegarla a cantar, a modo de homenaje privado.
Luego, ya de vuelta a la puerta del cementerio, los primeros en llegar, como siempre, nunca fallan, Agustín y Miguel.
Y poco a poco toda nuestra gente, gente conocida y por conocer. Saludos, entrevistas y manifiesto en la fosa común, y luego vuelta al lugar de origen, ya con militantes del Partido, flores y memoria del porvenir.
Por la tarde, en Mairena del Alcor con el compañero Eduardo Jaramillo, de la UCAR, primero en el monolito del parque que hay junto a la Casa de la Cultura, y después (gracias, César) inaugurando una exposición sobre brigadistas internacionales, en la entrada a la biblioteca.
Y final de esta jornada republicana en Dos Hermanas, brindamos por la Tercera y nos emocionamos con Ana Saurel (siempre son de agradecer las emociones que invocan al compromiso). Llegar a casa agotado, sí, pero pensando, como el poeta, que aún tengo la vida. Vida que debemos, que otras y otros dieron.