El efecto multiplicador

La calidad no es buena, la intención es lo que cuenta (qué remedio)

En ocasiones no hace falta que te corra sangre argentina por las arterias para interpretar la tarde con Piazzolla. Oblivion contiene ese lenguaje universal, que lo mismo atraviesa una siesta veraniega en sepia, una escena retrofuturista de Won Kar Wai, o los aplausos de una plaza desierta en mitad de la pandemia. Ánimo, a ti también te pasa lo que a mí: has aprendido el efecto multiplicador de la expresión ‘echar de menos’. No lo olvidaremos cuando volvamos a las calles.

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