Estaba encerrado en ‘Burnt Number’ cuando Pintamonos me prestó una de sus cinco variaciones sobre un tema de Haro Tecglen, de quien nunca olvidaré aquella metáfora, creo que publicada en una columna de El país, sobre el niño que va por primera vez a la escuela y ya no vuelve. Esta crisis es un poco así también. Determinados rasgos de nuestra personalidad se están poniendo a prueba como pocas veces: nuestro egoísmo, nuestra paciencia, nuestra capacidad de discernimiento entre la urgencia colectiva y la necesidad individual, y asi… en definitiva: nuestra madurez como seres humanos.
Estoy presintiendo sopas con honda en las redes sociales, que mucha gente abrazó para que te mostraras como querías ser, o como querías que el resto te viera, y está acabando mostrándote como eres realmente, incluso como eres y nunca te habías mostrado abiertamente en la vida, porque la vida real es más timorata y pudorosa que la vida virtual. Lo cual no necesariamente significa que sea malo: más vale ser y parecer. El asunto no es ir a pecho descubierto, en modo prejuicios fuera, sino hasta qué punto ese corazón abierto está provocado por la sinceridad y no por el desatino al que nos pueda llevar una crisis sanitaria, derivada en crisis social, derivada en confinamiento y anti síndrome de Estocolmo.
La triste pena es que las fotos de atardeceres con frases de Coelho también están derivando (sic) en memes con bulos e insultos a cascoporro. Amistades históricas están desaguando al sumidero por no mordernos las uñas antes de escribir o responder determinados comentarios.
La imagen de los escolares de Pintamonos que encabezan el texto, incluyendo el señalado por ser natural, es bidimensional: tiene un anverso que no se ve. Cada vez que sueltas un zurriagazo en una red social o un grupo de whatsapp o telegram o signal o… no estás mirando a los ojos a la persona abofeteada. La frustración genera malestar, pero la vida en sociedad requiere entendimiento.
No pretendo dar una lección de nada, solo apunto estas torpes frases por si sirven para algo cuando volvamos ahí abajo, afuera, y tengamos que conciliar la reconstrucción de una manera distinta a la deconstrucción que hemos venido levantando hasta ahora. Llenemos esa mochila de buen conocimiento, no de piedras arrojadizas. Es algo que estoy aprendiendo a aprehender desde que estoy en lo alto de un edificio de cinco plantas donde se divisa media ciudad llena de personas que no se ven, pero que sé que están ahí.
PD: Mil gracias a Antonio Alcántara por la imagen wasapeada para publicar aquí y, sobre todo (o también) por ser de las personas que logran convertir el arte (incluso la artesanía) en una función social (cada cual la estimará de una manera).
PD2: El título ‘variaciones sobre un tema de Haro Tecglen’ es una broma mía, nada que ver con la obra de Pintamonos, jeje.
PD2: ‘Umber’ es un pigmento de tierra marrón o rojizo-marrón natural que contiene óxido de hierro y óxido de manganeso. Es más oscuro que los otros pigmentos similares de la tierra, ocres y sienna. Cuando se calienta, el color se vuelve más intenso, y el color se conoce como quemado umber. El tema ‘Burnt Umber’ al que he hecho referencia al principio de este post, es de la colección ‘Mixing colours’ de los hermanos Roger y Brian Eno.