Nos engañaron con la primavera de la misma forma que con este panel del aparcamiento del Arenal: al principio, cuando lo colocaron, anunciaba “dos horas gratis”; con el paso del tiempo, se cambió a “primera hora gratis” y, finalmente, pasados los años, lo que tenemos es “Tarifas especiales”, o sea, que te cobran desde el principio.
No me estoy quejando del coste del aparcamiento, sólo lo estoy utilizando como diseño gráfico de la sibilina manera en que nos la han ido colando. El deterioro o pérdida de servicios públicos vía recortes (recibiendo menos) o directamente pagando, que tanto monta, ha sido generado con esa misma fórmula del panel: normalizando la sensación de privilegio al pagar un precio ‘especial’ por lo que antes no te costaba nada (que tampoco, porque se financia con nuestros impuestos).
Con similar engañifa se está desmontando el escaso Estado del bienestar (para privatizarlo, claro) y se ha desmontado el Derecho del Trabajo en nuestro país, hasta el punto de que mucha gente de nuestra misma clase (trabajadora) ha asumido el discurso dominante de que los derechos perdidos eran privilegios y, por tanto, debemos darnos con un canto en los dientes si tenemos trabajo y encima cobramos por ello.
En cierta ocasión, un vecino me reprochó mi sueldo de concejal (1.390 euros netos mensuales) porque él cobraba menos por 16 horas de trabajo; en vez de considerar injusto su salario basura, consideró injusto el que percibía yo. El triunfo del sistema de acumulación actual no llega ganando la batalla política o económica, sino convirtiendo su discurso en dominante. En hacer de la tragedia una farsa, cambiando el ciclo histórico a beneficio de inventario.
«No era deseable que los trabajadores tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo al que se recurría en caso de necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones más pequeñas. E incluso cuando cundía entre ellos el descontento, era un descontento que no servía para nada porque, por carecer de ideas generales, concentraban su instinto de rebeldía en quejas sobre minucias de la vida corriente.» (Orwell 1984).
¿Pesimismo? En absoluto. Como pesimista bien informado, me considero un optimista capaz de ver el momento en que la opresión active el principio de reacción. Como en el individuo de este vídeo, un día nos daremos la vuelta y recorreremos el camino de la emancipación. Sumemos.