Cuaderno de agosto (11).

Justo un año que almorcé con verduras del huerto comunitario que cuida el maestro Juan Morillo en el Cerro. Es mi efeméride particular, que guardo en mi archivo junto a muchas más de la última década, casi todas con mi hijo como guest star. Izquierda Unida nos recuerda esta otra, universal: «Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo». La madrugada del 18 de agosto de 1936 el fascismo asesinaba a Federico García Lorca, pero Federico sigue vivo.

Oficialmente, el 18 de agosto es el Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales. Hace días que dejé de sumar las hectáreas calcinadas por el fuego en nuestro país (el 8 del 8 iba por 235 mil). Este es nuestro peor año desde hace 30, dicen, con valores nunca vistos e incendios extendidos por todo el sur de Europa, mientras las imágenes del planeta en una comparativa junio 1976 – junio 2022, difundidas por el Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASA, muestra inevitablemente un mundo más cálido, provocados por el cambio climático inducido por el ser humano, donde resulta fácil superar los umbrales de calor extremo en cualquier territorio de los cinco continentes.

Nuestra gente (dícese aquí: la gente capaz de coser sensibilidad y política) en Sevilla ciudad recordará este día por la tala del ficus de San Jacinto (paralizada por un juez cuando ya solo queda el tronco) y este mes de agosto por las movilizaciones de los barrios más humildes contra los cortes de electricidad.

Estaba viendo una película en mi tablet cuando un golpe de viento empezó a mover la ventana de mi dormitorio. Me incorporé un poco para ver si se zarandeaban las copas de las palmeras en la plaza, pero no, estaban asombrosamente quietas, al igual que todos los demás árboles, mientras el aire seguía silbando por los entresijos del marco de la ventana, presionando el mecanismo de cierre, como si, llegado a un punto de ebullición, fuesen a ceder las dos hojas violentamente. Me fui a la habitación de mi hijo, pensando que tal vez hubiera abierto la puerta del balcón… y nada, de hecho él estaba sentado en su escritorio, tan tranquilo, en su mundo de Minecraft. Repasé todas las posibilidades, desde la entrada hasta el cuarto de baño, que justificaran una bocanada/corriente de aire que atravesase mi piso de VPO hasta la misma ventana del dormitorio. Ninguna. De hecho, cuando regresé al lugar de los hechos, todo estaba como si lo hubiera soñado. No habría transcurrido ni un minuto, acaso el tiempo de leer lo que acabo de escribir. Seguramente lo sucedido tiene un nombre científico, lo dejo aquí para que conste en acta. No creo en fenómenos extraños, por estas fechas solo creo en la Luna de Agosto de Radio Futura.

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.