No paran de llamarme de Iberdrola, a todas horas, ni sabría decir cuántos números de teléfono les tengo bloqueados. La empresa de los Oriol y Urquijo, que financió el golpe de estado en el 36 y creció a la sombra del franquismo, que participó en la represión política, que creó un lobby religioso en la educación, que está conectada a los Legionarios de Cristo… se ha despachado la pandemia con un récord de beneficios, más de 3.600 millones de euros para repartir entre sus accionistas, algo de lo que no tienen culpa las pobres personas que trabajan de teleoperadoras y me llaman, seguramente subcontratadas por una de esas corporaciones que las controlan manu militari, tipo Konecta.
Y que todas las eléctricas son del estilo, claro. Si una de ellas, al menos, fuese propiedad del Estado, cabría la posibilidad de que sus beneficios sirvieran para mejorar la calidad de las instalaciones, evitar los cortes de suministro y procurar que la inversión en I+D+I redundara en favor de quienes sufren pobreza energética. Pero no, mejor alimentar las puertas giratorias y acusarnos de romper el equilibrio de la República Electrovoltáica de Tetrodia, que es la única república que se tercia en este país. Una vez más, la ficción ácida de la sociedad, la cultura y la política ha sido superada por la realidad.
Se acerca la asamblea provincial del viernes y cada día que pasa compruebo el gran trabajo del equipo de dirección y del personal administrativo e informático de nuestra organización, muy especialmente el de Chary, David y José Manuel. El estrés que debe tener Paqui López lo puedo imaginar, amén de sus horas delante de las pantallas. Y la parte que le ha tocado a Marcelo, igual. Mi agradecimiento a ambos, ya lo celebraremos (invita servidor).