Echamos a andar en la Mancomunidad del Guadalquivir.

Este sábado nos hemos reunido -por videoconferencia- compañeras y compañeros de la dirección provincial de IU Sevilla con nuestros/as representantes municipales en la Mancomunidad del Guadalquivir, entidad que gestiona la recogida, el transporte y la eliminación de los residuos sólidos urbanos y el servicio de limpieza de las vias públicas de buena parte de los municipios del Aljarafe. Nuestro grupo (Con Andalucía) en esta mancomunidad estará formado por concejales/as de Almensilla, Bollullos de la Mitación, Castilleja de Guzmán, Espartinas, Gelves, Gines, La Puebla del Río, Isla Mayor, Mairena del Aljarafe, Olivares, Palomares del Río, Pilas, Sanlúcar la Mayor y los alcaldes de Aznalcóllar y Santiponce.

Hipérboles.

La capacidad de movilización que gastan los municipios de la Sierra Sur de Sevilla nunca deja de sorprenderme. Este jueves por la mañana han ocupado todo el frontal de los jardines del Parlamento andaluz, que es bien generoso en metros y espacio, para decirle a Moreno Bonilla que no van a cansarse nunca de exigir sanidad pública digna, que ni a la hora de las faenas de casa, ni a la de las faenas en el campo van a dejar de coger un autobús y plantarse por cientos y cientos para hacerse escuchar donde haga falta, porque no van a permitir que nadie les arrebate el derecho a la salud en sus pueblos.

Volvemos a reivindicar atención primaria y urgencias dignas para los municipios de la comarca de La Vega del Guadalquivir.

Con la vuelta a la normalidad ha retornado el dolorazo en el hombro, sin causa ni motivo aparente, a traición: despertándome mientras dormía. En el metro, la avería me pone difícil conciliar el maletín, el último disco de PJ Harvey en los auriculares y el libro donde leo sobre el Transmilenio de Bogotá, un autobús «superrápido, superlimpio y supereficiente», un medio que «los amantes del transporte público vienen de todo el mundo para probarlo», excepto los norteamericanos, a quienes «les encanta odiar» el autobús. Y pienso, excurso: ¿conozco a personas a las que les encanta odiar? La respuesta blowing in the wind, camino de Diputación.

11S después del rompeolas.

50 años ya desde que «para matar al hombre que era un pueblo / tuvieron que quedarse sin el pueblo». En la víspera escuché Santiago de Chile, original de Silvio Rodríguez, en la versión que hizo Miguel Ríos. Hacía mucho que no volvía a ella; cada 11S me suele llegar con los versos «La muerte no acaba nada» y «Los mismos en Chile que en España» que escribiera Alberti y cantaba Víctor Manuel. La oscuridad de este día es aún mayor por el terremoto en Marruecos (y su rey miserable) y el terrible accidente, tan cercano, en la avenida José Luis Prats de mi pueblo. Menos mal que nos queda el amor en los tiempos del cólera, brindar con vino del Condado por las treinta horas de rompeolas en Mazagón.

Autobiografía: rima asonante.

Una red social me recuerda las fotos que publiqué el 6 de septiembre de 2019. Ese día me invitaron a almorzar en la caseta obrera de IU La Puebla de Cazalla y por la tarde asistí a la presentación de Neofascismo, la bestia neoliberal en el Espacio LaBarqueta de Sevilla, donde participó (en la presentación y en el libro) nuestro actual diputado Francisco Sierra. Este 6 de septiembre he echado la noche del pescaíto en la caseta El Gallo Rojo, de IU Palomares, y he regalado colectivamente Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana, al cumpleañero Fernando Cárdenas. La historia no…

De vuelta.

Mi filósofo favorito, Nicolás González Varela, me recuerda el interrogante de Canetti sobre el darwinismo al vesre: «¿Y si fueran siempre los peores los que quedaran?». Ríos de tinta derramada about this. Los informativos de Radio Nacional salen hoy en portada con los asesinatos machistas en Sevilla y Jaén; muy de agradecer, especialmente, el de RNE Andalucía, alertando: solo un poco más del 2% de la población considera que matar a decenas de mujeres cada año es un problema prioritario.