Bilbao.

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A mi hijo le sorprende que cualquier calle, cualquiera plaza, cualquier elemento urbano es aprovechado por el activismo político. En 12 kilómetros a pie por Bilbao es imposible ignorar el genocidio en Palestina, está rotulado en las paredes, en los andamios de las obras, en la puerta del gaztetxe, del sindicato, del colectivo feminista; incluso en la puerta de la iglesia de la Encarnación, junto al horario de misa, alegato y rechazo a bolígrafo. Mientras, a escasos kilómetros de mí, una enorme bandera humana guarda silencio bajo el sonido de las sirenas.

10D [Perdón por la trascendencia].

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Eres capaz de fabricar un DNI con proporción áurea y también de justificar el bombardeo de ambulancias en Israel. De componer una canción de los Beatles con IA y negociar la destrucción de nuestra especie en un país que extrae diariamente 3,66 millones de barriles de petróleo. Reservar, sin pudor, el 10 de diciembre para la liturgia del Día Internacional de los Derechos Humanos, y dedicar los 364 días restantes a levantar muros y maltratar a tus semejantes, abrazar a gobiernos genocidas y reventar el planeta a base de pellizquitos de perdón en misas del domingo.

Es wird wieder gut.

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Mi móvil me planta la estadística en pleno desayuno: 3 horas y 36 minutos diarios de uso de la pantalla; eso equivale a robar semanalmente un día completo de presente distópico vía Telegram, WhatsApp o Chrome, sin contar el manejo de otros dispositivos, como la tablet o el ordenador. A saber las dioptrías derramadas desde aquel primer smartphone HTC que usaba hace tres lustros, si bien compensadas (al menos para quienes suspendemos en orientación), con los kilómetros ahorrados gracias al navegador que, por ejemplo hoy, me ha llevado a un punto muy concreto de Gelves, sabiendo a qué hora salir, el estado del tráfico, la mejor ruta y la hora casi exacta de llegada (siempre puede haber un error, siempre te puedes equivocar).

Las enseñanzas de este 4D.

Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de IU Sevilla (@iusevilla) Nos cruzamos en Puerta Jerez con banderas rojigualdas adheridas a la blanca y verde, okupas de traje de domingo que blanquean el símbolo del 4D de García Caparrós para utilizarlo como arma arrojadiza, que levantan un monumento a la indignidad política, delito de apropiación indebida de quienes retornan la bandera andaluza al color de aquella España de los grises. Son los hazteoír del manijero de San Telmo. La pintada en la pared dice: "No eres un capitalista, eres un trabajador con síndrome de Estocolmo". Hoy es un buen…

Las amistad visibles.

Por algún disloque mental piensas en manos frías cuando vas a buscar el regalo de tu amiga invisible, igual que pones a Henry Mancini para las tareas domésticas o tu duermevela se despacha con una canción de Silvio Rodríguez («iba matando canallas con su cañón de futuro»).