Space Oddity.

Viernes noche en un coloquio sobre Gramsci. Caminando hacia el CICUS me sorprendieron las calles iluminadas, el escaparate de bañistas en San Bernardo, personas bailando «A quién le importa» en la puerta de un bar de copas, mujeres asiáticas barriendo las aceras de los restaurantes para turistas. Pero, sobre todo, me sorprendió llegar a un salón abarrotado de jóvenes y no-tan para escuchar a Daniela, Sarrión y Sierra compartiendo maestrías sobre hegemonía cultural, comparaciones odiosas con Laclau y rompeolas de significantes vacíos.

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25W de una idea.

Comienzo el año leyendo Teoría general de la basura (cultura, apropiación, complejidad), de Agustín Fernández Mayo, un ensayo de lectura difícil pero no imposible, título clarividente (aclaración proverbial en el entreparéntesis) y un millón de referencias y anécdotas para mentes culturalmente inquietas. Por ejemplo: Tal día como hoy, pero en 1889, Nietzsche desayunaba queso y café en su casa de la calle Carlo Alberto 6, 3º de Turín. Cuando sale a la calle, a menos de doscientos metros, junto a una de las puertas del Palacio de la plaza Carignano, ve a un cochero maltratando a su caballo. Entonces el filósofo poeta interviene: se acerca al animal, lo abraza, rompe a llorar y pronuncia las últimas (y crípticas) palabras de su vida: «Madre, soy tonto». Después volvió a su casa, donde perdió la conciencia y el habla durante diez años, hasta que murió en 1900.

2022: La música del azar.

Dice Spotify Wrapped que este 2022 me he pasado 18.412 minutos (el equivalente a casi dos semanas) escuchando un total de 2.508 temas musicales compuestos y/o interpretados por 1.649 artistas. Los algoritmos de esta plataforma de streaming afirman que la colección ‘Profound Mysterious’, de los noruegos Royksopp, son mis dos horas de música favoritas del año, y que ‘The Lightning’, del grupo canadiense Arcade Fire, es mi canción más sonada. Ninguna sorpresa, nada que objetar.

Me sigue Antonio Luque

De Sr. Chinarro no sólo me gustan sus canciones: también me gusta lo que escribe Antonio Luque en su blog, suelo leer/ver sus entrevistas en medios digitales y escritos y, de vez en cuando, reviso si hay alguna grabación suya en youtube. En sus conciertos intento escuchar atentamente lo que dice entre canción y canción. La última vez fue en la sala Obbio, hace poco, y fue una pesadez: la gente que tenía a mi alrededor no paraba de charlar y no me enteraba de nada.

Próxima estación: Esperanza

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Viernes Antequera y sábado Madrid, la montaña que parece la cabeza de un indio tumbado, vientos helados, mucho debate político y toma de decisiones: la primera, que cada militante de cada asamblea local opine, valore, decida. Desde el lunes, lo que hasta ahora me contaba mi gente en la provincia, a partir de ahora quedará escrito más allá de un cuaderno.