«Qué extrañas escenas describes y qué extraños prisioneros. Son iguales a nosotros». Con esta cita de Platón se abría La caverna de Saramago, una de esas obras que me llevan a Marx cuando dijo que había aprendido más de economía en Balzac que en la mayoría de los economistas.
Me pregunto qué habría pensado Saramago, que en la novela citada escribió sobre cómo las grandes superficies están acabando con los oficios tradicionales, si hubiera sabido que la biblioteca pública José Saramago de Mairena del Aljarafe está dentro del complejo comercial Metromar. Al menos, estoy seguro, se habría alegrado de saber que en una de sus salas se ha celebrado una charla titulada «TTIP: Las multinacionales contra la democracia», con gente tan apañada como Federico Noriega -de Podemos-, Alejandro Aguilar -de Equo- y nuestro Sebastián Mendoza, miembro de ATTAC y compañero de Izquierda Unida en Umbrete.
En las escenas descritas por los tres ponentes, las personas que asistimos nos sentimos casi prisioneras de un destino orwelliano, pero también, sin duda, actores y actrices de una obra que aún no está acabada y ante la que hay que ejercer de rebeldes con causa. Además, sirvió para seguir conociendo a gente que sabe que los sueños colectivos pueden hacerse realidad.