Iba a escribir algo sobre las nuevas canciones de Christina Rosenvinge y, de repente, me entero de la muerte de Jóhann Jóhannsson. Busco información y todo lo que encuentro repite el patrón de las agencias de noticias.
El compositor islandés Jóhann Jóhannsson, autor de bandas sonoras de películas como Sicario, La teoría del todo o La llegada, murió ayer en su casa de Berlín a los 48 años, según una entrada incluida este sábado en su propia cuenta de Facebook. Hace una semana estuvo tocando en Barcelona y era una de las figuras del cartel del Primavera Sound de este año. Las causas del fallecimiento no han sido reveladas.
Conocí la música de Jóhannsson cuando publicó IBM 1401, A User’s Manual (2006) y lo seguí sin parar desde Fordlandia (2008), una de esas obras que cambian tendencias y superan los clichés sobre conceptos de música clásica y electrónica (exceptuando a puristas, claro). Luego fue cuando se hizo famoso por sus bandas sonoras y recibió premios.
Cuando muere alguien del mundo de la música que llevas años escuchando, tienes una sensación extraña: no conoces a esa persona, en muchos casos (como este) apenas lo has visto en fotos, no sale en sus vídeos y ni siquiera sabes cómo habla o qué piensa de ninguna cosa.
Sin embargo, todo aquello que su música te ha dejado de alguna manera, como sedimentos, imágenes o momentos concretos, inevitablemente provoca una cierta sensación de pérdida.