Tiene 13 años para mí y 16 para la chica que le gusta. Ha venido en autobús desde el Polígono Sur al parque skate de Plaza de Armas, junto al río. A escasos metros de allí, en una señal de stop, hay unas flores secas atadas con celofán y un retrato de su primo, atropellado en 2011.
Al marcharnos, nos pide que le indiquemos cómo llegar a La Gitana Loca que hay en Triana, donde sus padres trabajan hasta las12 de la noche. Cuando le ofrecimos acercarlo en coche hasta el lugar, nos responde que prefiere ir andando, a ratos subido a su patinete de 110 euros.
Al despedirnos, él hacia el puente y nosotros en dirección opuesta, pienso que los cuatro detalles que conozco de aquel chico, con tan pocos años, ya tiene un relato de vida.
En la presentación de La niña que nació sin cuerpo, Juan Clemente dio también algunos detalles sobre los que construyó el relato de su nueva novela. El lugar donde estábamos, la librería Verbo de la calle Sierpes, era un escenario teatral reconvertido en lugar de encuentro de centenares de historias como la de los niños robados de Juan, o como la del propio chico del patinete, o como los de Ken Loach en sus películas.