Me llaman de Canal Sur para preguntarme si conozco a Francisco Tejado «de la Red de Activistas de IU Sevilla». Hablo por teléfono junto a la ventana; abajo en la plaza del Arenal, al otro lado del paso de cebra, un hombre y una mujer gritan a alguien que se escapa de mi visión; el mayor insulto, el más repetido, hasta la saciedad, es «maricón», se conoce que debe ser el más incisivo en las tripas del receptor; lo dicen y se ponen tiesos como los banderilleros, pero la provocación no surte efecto y acaban entrando en el bar de la esquina.
Mi amigo José Antonio Sández me recomienda por Twitter un trío de rock malagueño, J. J. Sprondel, cuyo último disco es netamente republicano. En las redes sociales se recuerda a las 13 rosas: que este ‘Reloj’ sirva de homenaje (gracias, Jose).
En ‘Quédate este día y esta noche conmigo‘, Marco y Olga escriben a Google para, según la autora, «sentir qué sucede cuando una máquina se da cuenta de que es una máquina». Algo parecido se me ha venido a la cabeza cuando he escuchado las lista «Tu descubrimiento semanal» que me ha hecho Spotify, casi dos horas y media de canciones «elegidas solo para ti».
Si hubiera alguien al otro lado -en vez de un puñado de algoritmos-, si hubiera un claro en el bosque digital lejos de los espacios donde uno se agota en selfies sin poder comunicarse, le habría escrito para darle las gracias por «la capacidad de personalizar y adecuar el contenido que transmitimos al medir las preferencias de un usuario individual en relación con unos 40 parámetros«.