Una de las imágenes más emocionantes de la historia del cine es la de Ada tocando el piano en una playa de Nueva Zelanda. Más de 25 años después, Yann Tiersen me trae ese regalo a la memoria tocando ‘Porz Goret’ en un paraje de la isla bretona de Ushant, donde vive desde hace años.
Quienes han seguido el recorrido de este músico saben que nunca compuso expresamente la banda sonora de ‘Amélie’. La última vez que lo vi en Sevilla, hace por lo menos diez años, buena parte del público salió contrariada: en vez de suaves y alegres melodías de pianos de juguete, violines y acordeones, se encontraron con una aguerrida banda de rock. Pero si el espectáculo que traerá próximamente se parece a su últimas composiciones, se podrá disfrutar sin levantarse del asiento.
Tanto el nuevo ‘All’ como sus precedentes recuperan el concepto de banda sonora, el aire fresco de la Bretaña y las referencias minimalistas. Habrá quien considere su música demasiado pretenciosa y de consumo para la burguesía estresada. Tal vez haya algo de eso, pero si le quitamos algunas etiquetas y prejuicios, la música que contiene ‘All’, además de su belleza, nos permite ser turistas accidentales durante una hora.