La presentación de la colección ‘Tu Voz, Tu Gente 2003-2015’ ha supuesto resarcir una deuda pendiente con la ciudad de Sevilla y con la ciudadanía que vivió su transformación política, urbana y social durante aquellos efervescentes años en los que IU formó parte del gobierno municipal. Y también, por qué no decirlo, resarce una deuda con sus protagonistas (en el escenario: Antonio Rodrigo Torrijos, José Antonio Salido, además de Monteseirín; y entre el público, decenas de personas).
Un acto perfectamente organizado y unos discursos emotivos, a veces divertidos. Un público generoso y de calidad humana como pocos. Por nuestra parte, el agradecimiento de compañeras y compañeros de Dos Hermanas (Fran Gª Parejo), Alcalá de Guadaíra (Rubén Ballesteros y Miguel Durán), alcaldes de Aznalcóllar y Bollullos, María Izquierdo, Paqui López, José Antonio Mesa…
Se dijo en la tribuna: no hubo concejal/a de IU en el cogobierno de Sevilla que no acabase en el juzgado por denuncias de todo tipo. Y todas acabaron en el vertedero de la historia. Aquellos años fueron muy duros, el acoso político, mediático y judicial llenó páginas de ABC de Sevilla, portadas, editoriales y artículos martilleando el calificativo ‘presunto’ para dar por hecho un relato manipulado y teledirigido desde fuentes nunca reveladas pero de sobras conocidas. ¿Cuántas presunciones de culpabilidad habría que borrar del archivo documental de algunos periodistas adictos (que no adeptos) al poder de las sedas, los oros, la sangre de los toros y el humo de los altares?
‘Tu Voz, Tu Gente’ fue una modesta, pero constante, aportación documental al día a día de la actividad de IU a partir de 2003. Tuvo un artífice incuestionable: José Antonio Salido, tres mil páginas escritas, una por día, incesante, gota malaya, notario de todo lo que se movía al otro lado: una organización política -con sus virtudes y defectos, errores y aciertos, volcada en reducir las desigualdades sociales- y una sociedad activa y organizándose, reclamando, exigiendo, participando. De ahí las casi 7.000 viviendas públicas entregadas a quienes no podían asumir el coste brutal de un piso de renta libre en plena burbuja inmobiliaria, de ahí los presupuestos participativos, el bonobús solidario, los centros cívicos, el plan de alfabetización… de ahí la red de carriles bici y la peatonalización de grandes zonas urbanas, que convirtieron a Sevilla en modelo de movilidad para el resto de ciudades del mundo. Todo aquello quedó reflejado en esa hojilla elaborada con la paciencia y la constancia artesana de Sali.
La ciudad de Sevilla cambió radicalmente con las políticas que aplicó el gobierno municipal, pero tuvo un precio que hoy, a años vista, sus valedores siguen recordando con una mueca amarga, porque aquella condena de banquillo de los acusados durante una década fue protagonizada, al otro lado, por una turba que salió de rositas y que sigue ahí, y porque es irrecuperable el tiempo transcurrido y todo aquello que pudo haber sido y no fue. Sobre esto, al menos, a nuestra gente le debe quedar la dignidad del deber cumplido y de la lucha por la reparación y la justicia. Por otra parte, quienes todavía hoy desprestigian sus nombres (mediocres crueles e insustanciales los hay en todo tiempo y espacio), también estarán lamentando que los entuertos se hayan resuelto; además, dicho sea de paso, de arrastrar la penitencia de saber que tampoco se pueden borrar otros hechos del relato histórico de la ciudad, en los que IU fue protagonista. No se trata de equilibrar balanzas, pero reconforta. Lo dijo en el atril Antonio Rodrigo Torrijos: «Si me lo preguntan, diré que sí, que mereció la pena».
Gracias por aquello, y gracias por devolvernos una colección de momentos que nos recuerda una parte importante de lo mejor de la historia reciente de Sevilla. Parece como que existió siempre, pero no, fue creada apenas en este siglo.
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