Había ganas de volver y la vuelta ha recompensado con creces. En mi análisis de precampaña, tras una quincena de actos con muy buenas vibraciones, me faltaba la última vara de medir: la del municipio más grande de Andalucía donde gobernamos con mayoría absoluta. A escasas horas de comenzar la campaña electoral, no puedo menos que mantener la prudencia ante tantos signos que miran al próximo 28 de mayo con una especie de optimismo de la razón.
A Los Palacios ya llegué condicionado por la potente energía de Bollullos, Arahal y Pedrera, que tienen en común la renovación de nuestras alcaldías: tres alcaldes dan el relevo a tres alcaldesas. Soy consciente de que un diagnóstico no es certero si lo basas en una sola perspectiva, así que la noche pasada en la Plaza de Andalucía, desde mi posición en el público, algún que otro recorrido entre la gente y al finalizar el acto, me dediqué a grabar notas mentales sobre todo lo que iba percibiendo, en el escenario y (sobre todo) a mi alrededor, desde el fotógrafo que se encontraba a mi lado y decía «Joder, vaya equipazo» hasta la persona más alejada del escenario, en pie donde ya no había asientos libres, sin dejar de atender, mirar, aplaudir, a quienes intervenían ante el atril, a los vídeos que se proyectaban en las pantallas.
Conozco muy bien a mis compañeras y compañeros que dirigen la asamblea local de Los Palacios y estoy completamente seguro de cómo han mimado cada peldaño de la escaleta que me enseñó Antonio Maíllo nada más situarnos a la altura del juzgado de paz, al final de la plaza, donde teníamos que aguardar a Juanma y Lucía, donde ya nos esperaba Carmen Mari, para caminar juntos entre la gente hasta el escenario. Una escaleta que siguió su recorrido milimétrico hasta el minuto final (cuando Juanma Valle, Antonio Maíllo y un servidor subimos al escenario con representantes de las candidaturas de la comarca (además de Los Palacios): Utrera, Las Cabezas de San Juan, Marismillas, Lebrija y El Cuervo) y un rato más tarde, cuando candidatas y candidatos se pusieron a recoger banderas, merchandising y todo lo que sobraba del patio de butacas.
Y luego, la parte más importante: saber conjugar la organización visual de un acto con sus contenidos políticos. Discursos breves, nada complacientes, explicando por la importancia del lema «Prometer no es cumplir, solo cumplir es hacer» y «Cumplir, para seguir soñando», el primero dedicado a lo ajeno frente a lo propio, el segundo como balance que impulsa al futuro. Ningún uso del sentimentalismo fácil, a pesar de lo que ha sufrido Juanma en el hospital durante las últimas semanas. Repaso por igual a cada miembro de la candidatura, desde el último suplente hasta el alcalde, presentado por Lucía con absoluta humildad (una humildad bien despachada es absoluta belleza).
Muchas felicidades, compañeras y compañeros de Los Palacios y Villafranca, por habernos regalado una noche tan esperanzadora. Mereció la pena la espera, el tiempo justo para salir más fuertes.