Leyendo: ‘El pueblo. Auge y declive de la clase obrera (1910-2010)’ (y III)

(Fotografía de Álvaro Minguito para LaU)

Casi cuatro décadas más tarde de la gran huelga en Gran Bretaña, el 9 de mayo de 1962, se produjo un encierro de mineros en los pozos de Puertollano (Ciudad Real), que posteriormente fue apoyado por el mayor paro de trabajadores que tuvo lugar desde la República. Lo llamaron la «Huelga de los 30 duros», y la referencia Mariano Asenjo en su columna de junio de Mundo Obrero.

Rebobinando 3.000 veces: dentro de un año jugaremos al golf

Sometimes I open the windows and listen people walking in the down streets.
There is a life out there. 

Tal día como hoy, hace 12 años, escribí esto:

«Si se cumplen las previsiones hechas por nuestro ayuntamiento, a finales del año que viene habrá unas 4.500 personas que diariamente visitarán el campo de golf que se está construyendo junto al hipódromo».

Leyendo: ‘El pueblo. Auge y declive de la clase obrera (1910-2010)’ (II)

Hacia 1910 había alrededor de un millón y medio de criados/as en Gran Bretaña trabajando en condiciones laborales propias de la esclavitud. A finales de ese año, Virginia Wolf personificó el surgimiento de la nueva clase obrera en «cambio del carácter humano» de su cocinero. Fueron los trabajadores y trabajadoras del servicio doméstico y el empuje de las masas de mineros quienes lograron forzar los primeros cambios legislativos, como el seguro médico y del desempleo o la jornada laboral de 8 horas diarias.

La verdad es una especie amenazada

El título de la canción de Jérôme Minière es más verdad (amenazada) que el sol y la lluvia. Lo he pensado esta mañana al cruzar un paso de cebra, camino de la Diputación, donde hoy se han constituido formalmente los consejos de las sociedades y organismos vinculados a esta institución.

Mis 40 parámetros

«Taking me where I want to be»

Me llaman de Canal Sur para preguntarme si conozco a Francisco Tejado «de la Red de Activistas de IU Sevilla». Hablo por teléfono junto a la ventana; abajo en la plaza del Arenal, al otro lado del paso de cebra, un hombre y una mujer gritan a alguien que se escapa de mi visión; el mayor insulto, el más repetido, hasta la saciedad, es «maricón», se conoce que debe ser el más incisivo en las tripas del receptor; lo dicen y se ponen tiesos como los banderilleros, pero la provocación no surte efecto y acaban entrando en el bar de la esquina.