
No los creáis, cubría / su rostro la misma máscara. / La lealtad en la boca, / pero en la mano una bala. / Al fin, los mismos en Chile / que en España. / Ya se acabó. Mas la muerte, / la muerte no acaba nada. / ¡Mirad! Han matado a un hombre. / Ciega la mano que mata. / Cayó ayer. Pero su sangre / hoy ya mismo se levanta.
Rafael Alberti, ‘Al presidente de Chile, Salvador Allende’ (1980)