Cuando se celebraba ARCO en Madrid, surgió una feria alternativa, FLECHA. Además del extraordinario acierto con el nombre, lo más interesante de esta feria de arte era su carácter alternativo, alejado de la cultura como cambalache donde lo importante no es la calidad de una obra, sino su cotización de mercado. De ese mismo espíritu alternativo surgieron los Premios García Caparrós, organizados por la Fundación Andaluza Memoria y Cultura. Hoy he tenido el placer de asistir, en Sevilla, a su séptima edición.
Evidentemente, estos galardones nada tienen que ver con los que entregó ayer el gobierno andaluz. Como ha dicho Antonio de la Torre, tras recibir el premio de manos de mi secretario general, Ernesto Alba, lo importante es reconocer el esfuerzo, la lucha, más que los resultados. Lo hizo, no es asunto menor, mirando al resto de personas que se encontraban sobre el escenario: toda una demostración de humildad.
La presentación, que ha corrido a cargo de mi querida Paula Garvín, comenzó con un saludo por carta de Antonio Romero, presidente de la Fundación Andaluza Memoria y Cultura. Después se entregó el primero de los cuatro premios a la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, fundada por Diamantino, en reconocimiento a su trabajo de denuncia de vulneración de los derechos humanos, por la defensa de las personas presas que necesitan una oportunidad para rehacer sus vidas con trabajo y dignidad y por ser una voz de alarma en los conflictos internacionales y contra las bases militares en Andalucía.
Después, las hermanas García Caparrós entregaron el premio más emocionante de esta edición a Manuel Ruiz, en representación de la familia de su hermano, Arturo Ruiz, asesinado por un militante de la extrema derecha el 23 de enero de 1977, durante una manifestación pro amnistía de los presos políticos, en aquella misma semana negra en que se perpetraron los asesinatos de Atocha.
El siguiente premio se entregó a Helena Maleno (que no pudo asistir: lo recogió Raúl Febrer, en su nombre), por su activismo en favor del derecho a la vida y su dedicación a la denuncia de las violaciones de derechos humanos en la frontera occidental euroafricana, además de su labor de apoyo y acompañamiento a las personas migrantes subsaharianas, especialmente mujeres y niños víctimas de violencia. Helena, a quien llaman Mamá África, se vuelca a diario con quienes se juegan la vida en las pateras; todos recordamos su esfuerzo con las víctimas de Tarajal, por cuya lucha el ex ministro Fernández Díaz trató de acusarla falsa y miserablemente de tráfico de personas.
Por último, fue premiado el actor y periodista Antonio de la Torre, en reconocimiento a una carrera interpretativa que ha llevado el habla y la cultura andaluza a lo más alto del cine español e internacional. Desde ‘Padre coraje’ hasta ‘La trinchera infinita’, la identidad andaluza siempre ha sido una bandera en su recorrido artístico.