Videojuegos, aerófonos, E. P. Thompson y chándal

Autoconfinado por precaución: no puedo asistir a la concentración en Sevilla para exigir paz y justicia para el Pueblo Saharaui. Desayuno intercambiando identidades históricas con mi hijo: yo veo el vídeo que acaba de subir jugando al desorbitante Geometry Dash y él me pregunta qué sonido es ese que se oye de la calle (el silbato, chifle/chifro, flauta de pan, aerófono… de un afilador). (¿Alguien de Dos Hermanas recuerda cómo le decíamos aquí?).

Mi profe de historia favorito, Manuel Tamajón, me presta ‘La formación de la clase obrera en Inglaterra’, de E. P. Thompson, versión editorial Crítica (detalle nada baladí, porque son dos tomos y por el prólogo del gran maestro Fontana), considerada «probablemente la obra de historia social inglesa mas imaginativa de posguerra (…) más influyentes del siglo XX (…) dotado de una extraordinaria calidad histórica y literaria» (Capitán Swing).

Autoconfinado: risas. Rescato de las profundidades del armario un chándal que no vestía desde, por lo menos, el siglo pasado. (Tal vez exagero, pero no demasiado). Si aún existe la marca New Balance, la etiqueta de mi atuendo merece un prefijo «old». Que no es el sino de la vida sedentaria, cada día camino una hora mínimo, al menos desde el Covid para acá.

Por lo que me cuentan, el pesimismo de la razón es un Carrefour en modo pánico, estanterías vacías (sin noticias de la sección donde el papel higiénico) y escena tipo tiburón embistiendo a bañistas al otro lado de las lentes del vigilante de la playa, contrato precario y prismáticos de bazar ceutí.

Varias canciones nuevas me rondan estos primeros días del año, banda sonora de enero que podría titular como una de ellas, ‘January Moon’, voz preciosa de Christin Sargent, sin faltar homenaje a Bowie por sus aniversarios de nacimiento y despedida, versiones de Philip Glass o Erik Satie. Música para acompañar la lectura: Juan Madrid, Brett Anderson, Rosa Chacel y ahora E. P. Thompson.

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