La profe de piano de mi hijo le contó ayer algo así como que la melodía y el acompañamiento se complementan igual que el solomillo con las patatas. Mi hijo le respondió que a él le gustan más las patatas. Ambos rieron (y creo que ella está de acuerdo).
Hacia 1910 había alrededor de un millón y medio de criados/as en Gran Bretaña trabajando en condiciones laborales propias de la esclavitud. A finales de ese año, Virginia Wolf personificó el surgimiento de la nueva clase obrera en «cambio del carácter humano» de su cocinero. Fueron los trabajadores y trabajadoras del servicio doméstico y el empuje de las masas de mineros quienes lograron forzar los primeros cambios legislativos, como el seguro médico y del desempleo o la jornada laboral de 8 horas diarias.
El título de la canción de Jérôme Minière es más verdad (amenazada) que el sol y la lluvia. Lo he pensado esta mañana al cruzar un paso de cebra, camino de la Diputación, donde hoy se han constituido formalmente los consejos de las sociedades y organismos vinculados a esta institución.
Me llaman de Canal Sur para preguntarme si conozco a Francisco Tejado «de la Red de Activistas de IU Sevilla». Hablo por teléfono junto a la ventana; abajo en la plaza del Arenal, al otro lado del paso de cebra, un hombre y una mujer gritan a alguien que se escapa de mi visión; el mayor insulto, el más repetido, hasta la saciedad, es «maricón», se conoce que debe ser el más incisivo en las tripas del receptor; lo dicen y se ponen tiesos como los banderilleros, pero la provocación no surte efecto y acaban entrando en el bar de la esquina.
Frío en el cine: otro clásico del verano. «Deja de hablar de cosas por hacer», dice el anuncio de un banco en el momento movierecord. Un trabajador llama la atención a la mujer de la fila 10, que está grabando la película con el móvil. Pero lo mejor de la sesión es la sonrisa de mi hijo, limpia y abierta de pura inocencia.
Selina Todd considera el periodo entre 1910 y 2010 como «el siglo de la clase obrera» británica, y situa la etapa «durante y después de la Segunda Guerra Mundial» como los años en que «la clase obrera se convirtió en «el pueblo», cuyos intereses erán sinónimos de los de la propia Gran Bretaña».