El concepto lawfare (guerra judicial) tiene una de sus máximas expresiones en Brasil. Acabaron con Lula, luego con Dilma (su mandato fue decepcionante) y lograron aupar a un patriota hermano de Abascal (cuya única patria es la pasta). Afortunadamente, toda la judicatura no es Sergio Moro y, aunque el daño está hecho, la reparación moral puede tener consecuencias positivas para el pueblo brasileño.
Ha pasado el 8M y el mundo sigue dividido entre patriarcado capitalista y nuestra jaula de grillos. Es más fácil seguir cada movimiento de ‘Perseverance’ en Marte que conocer lo que hicieron las hijas del emérito en el Golfo, como su padre. Le doy vueltas a lo uno y lo otro, y comparo, y me vuelve a rondar lo que escribí hace unos días en mi canal de Telegram:
A un lado, Pessoa: «La Literatura es la forma más agradable de ignorar la Vida.» Al otro (es un decir la composición) Kiko Veneno, vídeo dedicado a Max Jacob, Buñuel y Fritz Lang.
En el post8M se ha hablado de aquel 9 de marzo de 2001 en que el ministro opusdeísta anunció «Señoras y señores, se acabó la mili», meses después de que otro Trillo, este sevillano y pacifista, acabara condenado y entrando en prisión por insumiso. Todavía hoy seguimos pensando cómo un gobierno de Aznar hizo posible lo que varios lustros del PSOE no consintió. Pensamiento retórico: vino un presidente hablando catalán en la intimidad a sustituir a un felipismo manda huevos, que diría el otro. Otra cosa es lo que vino más tarde, hasta hoy, Bárcenas y Génova y los sobres para el senador campeón.