Mi teléfono móvil marca 38ºC (tres más de sensación térmica), cuando me para un señor mayor por la calle; lo conozco pero no recuerdo de qué (ese desvarío me acompaña desde que salí del cascarón). «Don Manuel Lay, cómo está usted, le saludo con mucho gusto porque siempre me ha parecido una gran persona y le respeto muchísimo, y además siempre me ha tratado con mucho respeto, no como otros políticos…». No sé cómo corresponder a sus palabras, solo agradecer y preguntarle si está bien y algún comentario sencillo sobre el tiempo y la humedad. Al despedirnos, nota mental acerca de momentos así. (Voy a abrir un cuadernito de bolsillo con notas mentales que no veas).
La subida del precio de la electricidad y la ola de calor en las portadas de los medios de comunicación. Lo primero es fruto de un entramado económico y legal históricos, basado en el beneficio de unos pocos y en la especulación con las necesidades de todos. Aquel ministro de Aznar que caía simpático nos engañó con la primavera, por eso la derecha mediática de hoy critica lo que decíamos cuando estábamos en la oposición en vez de cargar las tintas sobre el origen del atraco «revolucionario». La mala noticia es que esa crítica la compran los obreros que están desayunando en la cafetería donde escribo esto.
La solución es compleja, solo paños calientes a corto plazo (paliar la pobreza energética) y la confrontación de quienes nos gobiernan con quienes tienen el poder real para cambiar y humanizar el modelo. Eso sin desmontar el sistema, claro, romper la baraja y nacionalizar el sector de las eléctricas.
Lo segundo (media España por encima de los 40ºC y el Valle del Guadalquivir rondando los 45ºC) tiene que ver con lo primero, y más largo todavía me lo fiáis. El cambio climático, agente provocador de los termómetros batiendo récords, es irreversible y solo a muy largo plazo podríamos reducir algunos de sus efectos. Está claro que aquí ya no valen ni los paños calientes, y que cada día que pasa de perfil obligará a tomar medidas más drásticas en el futuro. Si no cambiamos el sistema (capitalista), lo hará el ecosistema. Y el planeta acabará recuperándose, pero la Humanidad no.
Momento localismo, sorry:
A saber el año, sé que estábamos en el Maruja Limón (entonces terraza de verano del Ukelele) mi amigo Joaquín Caro, servidor y un maestro de Dos Hermanas que daba clases en un pueblo de Cádiz (Sanlúcar, creo). Se trataba de Pepe Luna (a quien acababa de conocer) que nos acompañaba con su hijo pequeño. Éste le pidió al padre un paquete de patatas y Pepe le dijo algo sobre los conservantes, colorantes, etc. «Aunque tengan gas cósmico, papá», respondió el pequeño. Solo esa frase se me ha quedado de la escena. Cuento la anécdota porque me ha dicho Paqui López que ambos son los de esta foto de Mundo Obrero (marzo 1989), que han encontrado en la sede de IU Dos Hermanas ordenando el archivo.
(Las imágenes de este post aquí).