El muchacho de la bufanda

(hoy del Betis) dibuja figuras geométricas en una libreta (distinta a la de ayer) mientras espera el autobús. Me he fijado: no es tan muchacho, y maneja el bolígrafo de manera tan compulsiva como habla. Dice: «Me puedes mentir todos los días, pero no me puedes engañar todos los días». Se levanta, da la vuelta a la marquesina y vuelve a sentarse. Ojalá me regale alguna vez una de esas libretas cuando las acabe de llenar.

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We love the city because it lets us down.

Preparo bien el café, escucho a los Smiths en el metro, el tiempo nunca me da la razón y me sale fatal doblar la ropa. Tomo nota de todo lo que alumbra en reuniones y actividades políticas, las ordeno lo mejor que puedo. Soy metódico con el desorden de las pequeñas cosas mal dispuestas, como pareciera en el nombre del gran Ibn Jaldún, cuya familia fue dueña en el siglo XIII de lo que hoy es la Hacienda Torre de Doña María en Dos Hermanas. El alumnado del instituto que se llama como el pensador andalusí se ha manifestado este miércoles. Me cuenta Paqui López que en ese centro hubo una Conferencia Local del PCE, allá por los setenta y tantos del siglo pasado.

De la mani salto al encuentro de la Plataforma Gambogaz para el Pueblo, memoria histórica de otras cosas mal dispuestas, un cortijo y unas tierras expoliadas por el genocida Queipo de Llano que aún mantienen sus herederos. Camino recto y no coger las flores, como dijo San Juan de la Cruz, de quien todo el mundo sabe que era comunista (maestro Juan Morillo dixit). Toda la vida desrebuznando y la cuadra sigue llena (eso lo dijo un amigo granaíno de Juan).

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.