Me dicen que Silvia, tres hijos, sin empleo, no ha recibido atención en los servicios sociales de Castilblanco para intentar solucionar su problema; que su desahucio de una vivienda municipal estaba forzado, sí o sí, por el alcalde (del PSOE); incluso me dice que ha bastado ser apoyada por nuestro grupo municipal de allí para que el alcalde se encabritase en echarla de la vivienda.
Sé, porque he estado en ello, que se ha intentado hablar con el alcalde de Castilblanco por tierra, mar y aire, incluso a través altas instancias de su propio partido, para que, al menos, dejase a Silvia pasar el verano buscando una alternativa, otro sitio, con ayuda de nuestra gente, para desalojar la vivienda pública por las buenas. Y sé, porque me lo han dicho, que al alcalde de Castilblanco, en su partido lo consideran un verso suelto, que no atiende a más razón que sus 40.000 euros de sueldo.
Esta mañana de lunes, a las 8,30, decenas de vecinas y vecinos del municipio se han plantado en la puerta de Silvia para intentar parar el desahucio. Durante todo el fin de semana hemos movido la cuestión política y la cuestión jurídica (gracias, camarada Paco Tejado). Nuestra gente de la asamblea de Castilblanco, me consta, ha estado todo el tiempo pendiente y buscando soluciones, apoyando humana y materialmente hasta donde ha sido posible: incluso para ayudarle a cargar los enseres del desalojo que, finalmente, se ha producido a mediodía.
Silvia y sus tres hijos menores han sido echados hoy a la calle por un alcalde del PSOE. De nada han servido algunos intentos realizados hasta minutos antes de irnos del número 109 de la Avenida de España, antiguas casas de maestros/as que, se supone, hoy son propiedad del ayuntamiento. Pero, sobre todo, lo peor de todo, es lo que mi compañero Paco ha calificado de actuación ignominiosa, ilegal, abusiva y contraria a los derechos humanos de un individuo llamado José Manuel Carballar, que por muy alcalde y por muy militante de un partido que se llama socialista y obrero, lo único que ha demostrado merecer es indignidad y desprecio.